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Todos los capítulos de Fundiendo una nueva alma: Capítulo 51 - Capítulo 60
74 chapters
Capítulo LI: Lesionados
Los puños de Caeli se apretaron a su costado - No molestes a mi padre - su cabello café se hizo a un lado - compartiré habitación contigo, sólo eso. Adair se sorprendió. Nunca se hubiera esperado que fuera tan celoso con su padre. Una leve carcajada se escapó de sus dientes. Sus costillas dolieron; así que no pudo soltarla - Descuida, tu padre seguirá siendo tuyo - rió por lo bajo - no estoy aquí para robarlo. -Suficientes peleas por hoy - Nicolás interrumpió la interacción - Ahora que estamos lesionados no hay mucho por hacer - fijó los ojos en Adair - por cierto, ¿cómo están tus heridas?. Adair enderezó la espalda ante esa mirada atenta - Estoy bien, no tengo lesiones graves. Nicolás levantó un dedo - tienes sangre en la boca. Puede que tengas heridas in
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Capítulo LII: Una verdadera familia
-Sólo puedo dejarte medicina para el dolor. Por lo demás, se curará solo - sus dedos huesudos empujaron el pecho de Adair. Indicándole que se volviera a recostar.  Adair se dejó caer de espaldas, con las piernas colgando a un lado y el torso torcido; mientras el viejo metió la mano en la maleta. Sacó un objeto largo. El cuero emitió sonidos al ser rozado - Casi te rompiste las costillas - se puso el estetoscopio en los oídos. Luego, agarró la punta y la golpeó con un dedo - Las marcas que tienes, son hechas por un objeto duro - algo frío tocó su pecho - tienes suerte que no te hallan dado en la cabeza. Es difícil de sobrevivir a un golpe así - movía el objeto a los costados - He tenido varios pacientes involucrados en peleas callejeras que no han tenido tu misma suerte - debido a su edad, el aire no le era suficiente al hablar. Provocando que siseara. El tacto frío
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Capítulo LIII: Dividir y conquistar
Su estómago estaba por reventar; mientras se paraba fuera de la habitación de Caeli. Esperando que diera la orden para poder entrar. La puerta se abrió a su espalda - ya puedes pasar - se volteó. El chico salió con un montón de tela envuelta en sus brazos. Camisas y pantalones se podían distinguir entre las mantas largas - tenía una semana sin cambiarlas, ahora puedes acostarte en sábanas limpias.   Adair lo vio salir. “Me gustaban más con tú olor en ellas”, pensó - Descuida, he dormido incluso en el suelo sucio. No importa algo tan simple.   Caeli bajó la gran grada frente a su cuarto. Llevó el bulto y lo puso en uno de los lados de la pila - Mañana me ocuparé de esto.   Habían pasado el resto de la t
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Capítulo LIV: Fundirse como metal caliente
Adair bajó. Sus manos en sus caderas; mientras su lengua y labios viajando por la parte baja de su abdomen. Miró hacía arriba, los ojos de Caeli estaban cerrados, sacando bocanadas de aire entre sus labios ligeramente separados. Se levantó, empujando la cintura para que se sentara. Sus miradas se encontraron. Caeli se apoyó en sus brazos, empujándose hacía atrás; en tanto Adair apoyaba una rodilla en medio de sus piernas. Con la mano izquierda, acarició la parte exterior del muslo derecho de Caeli. Lo sujetó, hundiendo sus dedos en la piel. Luego, los separó para tener espacio suficiente para apoyar la otra rodilla en la cama. Deslizó las manos desde los muslos hasta la cadera. Pasando por arriba de la fina tela, para luego, introducir los dedos en el borde superior. Lentamente, deslizó la prenda por las piernas. Obedientemente, Caeli dejó que se la quitara. Su miembro duro se alzó al quedar descubierto; aunque
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Capítulo LV: Nuevo amanecer
Adair abrazaba el pequeño cuerpo desde atrás; aún dentro de él. La lámpara se había quedado sin gas desde hacía mucho tiempo, dejándolos a oscuras. Caeli dormía tranquilamente, roncando con suspiros bajos. Adair escuchaba el sonido de la noche; mientras intentaba descansar. Pero sus ojos se negaban a cerrarse. Una sensación de culpa le surgió ligeramente. Se sintió mal por don Nicolás. Era un traidor que había roto la confianza ganada con mentiras; sin embargo, la recompensa que obtuvo fue igual de gratificante. De tal manera su culpa disminuía con sólo pensar en el nombre de Caeli. Dejó de pensar en las cosas que lo agobiaban. Se inclinó y depositó un beso casto sobre el hombro desnudo del chico en sus brazos. De pronto, el cuerpo de Caeli tembló y abrió los ojos. Adair se pegó más a él, apoyando la barbilla sobre su hombro - ¿tuviste una pesadilla? - susurró
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Capítulo LVI: Visitando el lago
Los esperó hasta que llegó a su lado. Luego, caminaron juntos, hombro con hombro. Subieron las gradas y cruzaron el pasillo hasta el taller oscuro. Caeli, abrió con su llave. Aseguraron la puerta antes de partir hacia al pueblo. Caminaron por la calle concurrida; pero no se detuvieron en ningún puesto. En cambio, Adair sólo preguntó de paso - ¿quieres que te compre algo? - Caeli negó con la cabeza - Bien, entonces, sigamos. Confuso, Caeli habló a un lado - ¿no vas a comprar?. Ladeando la cabeza en su dirección, respondió - No necesito nada. -¿no dijiste que venías a comprar? - Caeli reclamó. Con una sonrisa lo miró. Parados en la entrada de la aldea, con un vasto campo frente a ellos - Nunca dije eso - vio hacía el pueblo, asegurándose que nadie le prestar
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Capítulo LVII: Descubriendo el pasado
El agua gélida lo impulsaba en la superficie del lago. Ni siquiera se acordaba de los moretones en su cuerpo hasta que se vio el brazo morado. Como no le interesaba, lo dejó flotando junto con él. Su espalda estaba entumecida por el cansancio; pero el dolor en sus costillas se había ido. Un cuerpo flotaba a su lado, dando vueltas en círculos sin toparse, completamente desnudo. Los ojos del chico estaban cerrados, respirando pacíficamente el aire puro. De pronto, su estómago rugió. El sonido fue tan fuerte que llegó a los oídos de Adair. Como Adair no tenía la costumbre de comer a menudo, se le había olvidado que Caeli lo necesitaba. Era pasado el mediodía, ya había pasado la hora de almuerzo - ¿tienes hambre? - dijo mientras bajaba los pies a las rocas debajo. Sin abrir los ojos, Caeli contestó - un poco. -E
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Capítulo LVIII: En busca de respuestas
De pronto, Nicolás se levantó. La silla chirrió al ser empujada. El ambiente se tensó cuando el viejo se volteó a dar la cara - Escúchame niño. No soy un anciano que necesita ayuda todo el tiempo - sus cejas estaban fruncidas - y no tengo porque obedecerte, sino que es al contrario - regañó. Adair estaba estático - Padre, tú sabes muy bien que no te encuentras bien. ¿Te has puesto a pensar en qué pasará si te lesionas más? - padre e hijo estaban discutiendo; mientras Adair se encontraba en medio de la guerra sintiendo que las bombas iban dirigidas a él. Realmente no podía creer que Caeli tuviera el valor de hacerle frente a ese hombre. Don Nicolás estaba frustrado - ¿cómo me lesionaré si es una pieza pequeña la que cargo? - levantó un dedo y señaló a Caeli; sin embargo, fue Adair quien se pagó al borde de la puerta cómo si él estuviera en la mira. Produciendo
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Capítulo LIX: Aclarando suposiciones
Las hojas en el patio corrieron con el viento. Dispersas en el suelo de manera desordenada; mientras la mente de Adair movía sus engranajes, comprendiendo su propia vida - ¿eso quiere decir…? - no terminó de hablar. -Yo sabía que tu padre estaba enamorado de alguien más - la señora jaló la silla de la cabecera - aunque a ninguno nos dieron la oportunidad de elegir; aún así, yo estaba feliz - se acomodó en la silla. Poniendo sus manos en la mesa una sobre la otra - Pero a él se le notaba el desprecio al ser obligado. Adair añadió por lo bajo - ¿por eso, él es infeliz? - no le agregó importancia a sus palabras. No sabía porqué; pero cada vez que estaba en esa casa era como si su vida fuera absorbida. Dejándolo vacío de toda emoción. Su madre bajó la vista a sus manos unidas: mientras respondía - Así es - luego
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Capítulo LX: En la misma linea
Su madre se topó con él, apresurada - Adair - se agitó - tu padre…- inhaló, mostrando una expresión indecisa - yo me encargaré de él ahora. No dejaré que vuelva a molestarte - Adair asintió, luego se despidió del rostro triste de la señora; sin embargo, ella volvió a hablar - Será un secreto nuestro lo que me has contado hoy. Adair mostró una sonrisa leve - No hace falta. No me interesa ocultarlo de él - Se calló. A su mente llegaron los sucesos de que pasaría si el chisme corría. Puede que don Nicolás se enterara; del cual sí le importaba su opinión - Está bien. No le digas - se retractó - Cuídate de él. Si pasa algo, no dudes en buscarme. Me puedes encontrar en el taller del herrero - las lágrimas volvieron a correr por el rostro de la señora cuando el joven se giró y emprendió el viaje de regreso. Muchas cosas inundaron su mente. El cansancio del día cayó s
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