Las hojas en el patio corrieron con el viento. Dispersas en el suelo de manera desordenada; mientras la mente de Adair movía sus engranajes, comprendiendo su propia vida - ¿eso quiere decir…? - no terminó de hablar.
-Yo sabía que tu padre estaba enamorado de alguien más - la señora jaló la silla de la cabecera - aunque a ninguno nos dieron la oportunidad de elegir; aún así, yo estaba feliz - se acomodó en la silla. Poniendo sus manos en la mesa una sobre la otra - Pero a él se le notaba el desprecio al ser obligado.
Adair añadió por lo bajo - ¿por eso, él es infeliz? - no le agregó importancia a sus palabras. No sabía porqué; pero cada vez que estaba en esa casa era como si su vida fuera absorbida. Dejándolo vacío de toda emoción.
Su madre bajó la vista a sus manos unidas: mientras respondía - Así es - luego
Su madre se topó con él, apresurada - Adair - se agitó - tu padre…- inhaló, mostrando una expresión indecisa - yo me encargaré de él ahora. No dejaré que vuelva a molestarte - Adair asintió, luego se despidió del rostro triste de la señora; sin embargo, ella volvió a hablar - Será un secreto nuestro lo que me has contado hoy.Adair mostró una sonrisa leve - No hace falta. No me interesa ocultarlo de él - Se calló. A su mente llegaron los sucesos de que pasaría si el chisme corría. Puede que don Nicolás se enterara; del cual sí le importaba su opinión - Está bien. No le digas - se retractó - Cuídate de él. Si pasa algo, no dudes en buscarme. Me puedes encontrar en el taller del herrero - las lágrimas volvieron a correr por el rostro de la señora cuando el joven se giró y emprendió el viaje de regreso.Muchas cosas inundaron su mente. El cansancio del día cayó s
Mientras la tela chorreaba, los dos jóvenes conectaron sus miradas. Entendiendo mutuamente sus pensamientos. El agua, que caía de la prenda, comenzó a disminuir hasta ser sólo una línea fina. Fue Caeli quién rompió el silencio - la verdad, no me molesta - luego añadió - si tú quieres hablar de él, te escucharé.El corazón de Adair se inundó de una sensación cálida - yo no quería que tú te sintieras excluido por hablar de él - se acercó, evitando mojar a Caeli - porque yo te quiero a ti - susurró a un paso de distancia.Los ojos de Caeli se ampliaron; en tanto un rubor intenso empezó a subir desde su cuello hasta su rostro. Los labios de Adair se estiraron en una sonrisa. Llevó la prenda a la estructura de madera, fingiendo no haber sido él quien provocó esa reacción en el chico. La puso sobre la vara para luego estirar los lados; de tal manera que cubriera tod
Las manos traviesas de Caeli tocaron su abdomen. Un escalofrío recorrió su espalda; mientras sentí una mano meterse entre su ropa interior. La mano lo acarició. Sujetó su miembro con calma para moverlo lentamente. Adair sintió las chispas que encendían su fuego interno, poniéndolo ansioso. Separó el beso, tomando la cadera de Caeli para luego arrastrarse hacía atrás junto con el chico. Sus piernas quedaron cómodamente estiradas en la cama. Se recostó, dejando que el chico sacara su pene de la ropa interior.En tanto sus manos se movían arriba y abajo en los muslos del chico, Caeli lo tomó y colocó la punta de su miembro en su entrada. Frente a Adair, el chico estiró la espalda hacía atrás, cerrando los ojos; mientras su parte dura y caliente se introducía lentamente en él. Caeli bajó las caderas hasta topar sus glúteos en Adair. Cerrando toda distancia en ellos. Las manos de Adair se apretaron, percibiendo la se
A la mañana siguiente, Adair se despertó primero. La cabeza de Caeli descansaba en su pecho, movido por suaves respiraciones. Una manta los cubría a los dos; pero Adair podía sentir el cuerpo desnudo de Caeli pegado al suyo. Aunque él mismo, aún llevaba la ropa interior medio puesta. La oscuridad que atravesaba la ventana era el aviso de que todavía era muy temprano; sin embargo, Adair sentía que ya había dormido lo suficiente.El cuerpo, que había quedado cansado la noche anterior, fue reconstruido y revitalizado, despertando con más fuerza. Los moretones en sus brazos parecían curarse a pasos agigantados. Como si Caeli fuera la medicina perfecta que curaba cualquier mal; incluso sus emociones rotas. Quizás, la felicidad que sentía al estar a su lado era parte culpable de la mejora de sus heridas, atacando el mal desde dentro. Llegado hasta ese punto, no se podía imaginar estar lejos de ese chico. El sólo hecho
Realmente Adair a veces creía que el miedo que él le tenía a don Nicolás sólo era percepción suya. “¿De verdad no es aterrador?”, pensó. ”¿Cómo puede Caeli ser inmune a sus regaños?”. Estaba sorprendido. Pero de cualquier manera le preocupaba Caeli; así que volvió a sus pensamientos. Ya que el chico era muy terco; en lugar de negarle algo, probó con otras opciones - ¿qué tal si te caliento el agua primero?, el sereno de seguro dejó el agua muy helada.Sin embargo, a Caeli realmente no le importaba - Estoy acostumbrado.Pero Adair no le prestó atención a sus palabras - espera un momento - se puso los zapatos y fue a la puerta - estará caliente en un momento.Salió y cerró de nuevo la puerta. Bloqueando el viento frío que lo golpeó. Todo el patio estaba opaco. Las nubes grises cubrían el sol que intentaba sali
Esas palabras fueron como una flecha que atravesaba el corazón de Adair. Agachó la cabeza - Sí, señor. Pero…-Padre - ambos hablaron al mismo tiempo.La furia del viejo se desbordó - ¡Caeli! - gruñó - ¡te dije que te fueras!.A Adair le preocupaba enojarlo más; así que le habló al joven atrás - hazle caso, no empeores las cosas - no vio su rostro cuando el chico pasó frente a él. Se quedó un momento frente a su padre antes de seguir su camino. Cuando lo vio marcharse, Adair suplicó - Por favor, castígueme a mi. No le haga nada a Caeli…Pero el señor fue frío - ¿no escuchas? - dijo con los dientes apretados - ¡vete!, ¡no te atrevas a aparecer por mi vista!.Adair se volvió loco. Se lanzó al suelo y cayó a
Los ojos de la señora se abrieron por completo - ¿ya lo sabe? - preguntó, sorprendida.-Fue un accidente - su voz estaba ronca, dañada por los residuos del llanto. Su garganta se contrajo al decir - me ha echado de su casa - sin querer, las lágrimas se volvieron a acumular en sus ojos.Los pulgares de la señora, limpiaron sus mejillas. Llevándose con ellos la humedad de las lágrimas - Don Nicolás es un hombre de razón, ¿te ha echado sin más?.A través de la neblina en sus ojos, le explicó a la figura borrosa ante él - Se puso furioso, me gritó a mi y a Caeli - luego, añadió - me preocupa haber dejado a Caeli solo.La señora asintió, tomando la esquina del delantal. Lo jaló desde sus piernas hasta que llegó al rostro de Adair, donde rozó la tela gastada en
A pesar de tener un presentimiento de los orígenes de esas heridas; de cualquier manera, preguntó con la esperanza de conseguir una respuesta diferente para así no sentirse culpable. Adair buscó una respuesta amable; con tal de no alterarla más. No podía verla a la cara; así que desvió la mirada al frente. Se quedó callado un tiempo, sin encontrar qué decir. Luego, solamente pronunció - He tenido golpes peores - después, al no escuchar nada, levantó el rostro.Las lágrimas caían en silenció de ese rostro cansado. Los dedos que sostenían la camisa sucia se apretaron hasta tornarse de un color morado. El líquido salado se deslizó a través de sus mejillas, cayendo sobre el dorso de esas manos maltratadas. Ella sabía que era su culpa y no podía librarse de ella - Madre - Adair se encontraba en un punto muerto. Debido a que nunca había recibido un consuelo de su parte, él no sabía cómo dárselo a ella - Estas heridas