Todos los capítulos de Fundiendo una nueva alma: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo XXXI: Con valor para atreverse
En todo el camino de regreso a casa olvidó por completo el dolor de sus brazos; debido a que el enojo cosía su cerebro. Esa noche no acompañó a su madre a cenar. Ya que su padre había estado con ella. Al acostarse en la cama, la suave sensación de las sabanas despertó el cansancio del día; por lo tanto, no tardó mucho en quedarse dormido. Por alguna razón, sentía una sensación de paz consigo mismo. Lo que lo hizo descansar profundamente. Era como si el peso de una gran piedra hubiera dejado de presionar sobre su espalda. Cuando despertó, fue como si su cuerpo hubiera pasado por una etapa de renovación. Tan a gusto que incluso dudó al levantarse; pero estaba decidido a hacerlo. El día anterior se había llenado de un impulso incomprensible de estar cerca de Caeli. Él era su cura. Era el medicamento que lo ayudaba a sanar; a su vez, él quería ser para Caeli el escudo que lo protegía. La lanza que luchara en su mano
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Capítulo XXXII: Haciendo travesuras
El agua se escurrió desde su cabello. Deslizándose en finas gotas a través de sus hombros. Mojando su pecho frío. Movió las piernas, empujando el agua para abrirse paso. Salió a la orilla. Paseó su vista alrededor buscando la camisa que había tirado. Cuando la divisó, estiró su cuerpo hacía abajo para alcanzarla. La tomó con la punta de sus dedos. Luego, la sacudió antes de agarrarla con las dos manos. Introdujo los brazos en las mangas sin siquiera esperar a secarse. Varias partes de la tela se pegaron a su piel. Haciéndola lucir más ajustada; mientras la abrochaba. La ropa interior se pegó a su piel. Marcando el bulto que resaltaba enfrente. Acabó de ponerse los zapatos y pantalones rápidamente. Luego, corrió hacía afuera. Cuando salió del bosque, las nubes se transformaron de color gris oscuro. El amanecer estaba cerca; así que tenía que apresurarse. Corrió como alma que lleva el viento. Su cabello fluía, las
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Capítulo XXXIII: Una nueva puerta abierta
Adair no se movió. Sus miradas se sostuvieron; mientras se quedaron paralizados. Los ojos de Caeli casi salían de su órbita; en tanto alzaba la palangana sobre su cabeza. Sus piernas estaban separadas, puestas firmemente sobre el suelo, dejando que su parte colgara libremente. Pasando del susto, Adair bajó los brazos y enderezó la espalda. Sonrió tranquilamente - Soy yo - susurró. Las cejas de Caeli se tensaron. Sin bajar la mano. Su mirada se oscureció deseando darle un golpe al intruso. Adair sabía que ya lo había reconocido; pero le resultaba incómodo el silencio. Así que dio un paso más cerca y preguntó como si estuviera confuso - ¿Caeli? - soportó la risa al preguntar - ¿te asusté?. El chico bajó la mano; pero no respondió. En su lugar preguntó - ¿qué haces aquí? - su ceño aún estaba fruncido. -Shh - co
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Capítulo: XXXIV Casi muerto
Su imaginación ya había volado a otra parte. Sintiendo en carne viva los azotes sobre su espalda; mientras se arrodillaba en medio del patio para recibir el castigo proporcionado por Nicolás. De repente salió de sus pensamientos cuando Caeli acercó la cabeza a la suya para ver por la rendija. El aroma fresco asaltó la nariz de Adair. Estaba tan cerca que incluso pudo sentir el calor que emanaba de su cuerpo a pesar de haberse mojado. -¿Qué tal si salimos? - Adair apenas reaccionó a sus palabras - No pasa nada si te ve. -¿qué explicación le daré si salgo ahora?, ¿qué pasará si sabe que estaba en tu habitación?. -No es nada extraño, ¿qué de malo tiene? - giró el rostro ligeramente. Sus ojos quedaron a unos centímetros de los de Adair. Cuando habló su aliento cálido chocó con sus labios.
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Capítulo XXXV: Corazón herido
Parado en medio del taller, inclinó la cintura al frente. Luego, rápidamente la inclinó hacia atrás, doblando el torso para ver la calle. Esperó un momento, antes de volver a ver el interior. El área estaba solitaria. Barrió la vista de un lado a otro, buscando esa figura familiar. Un tiempo después, alguien salió de la cocina. Caeli se dirigía a su habitación; pero notó una sombra por el rabillo del ojo. Volteó a ver y detuvo sus pasos. Adair introdujo el cuerpo completo, sonrió, diciendo - No tengo fósforos. Caeli mostró un gesto de entendimiento antes de regresar a la cocina. Al verlo desaparecer, Adair lo siguió. Aún caminaba con cuidado en el pasillo. Cuando llegó a la cocina, el fuego en la estufa calentaba una jarra sobre ella; Al lado contrario, Caeli tomaba una cajita de una de las gavetas del mueble. Adair se acercó, justo cuando Caeli se volteó.
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Capítulo XXXVI: Abriendo el corazón
Caeli no dijo más. Simplemente cerró los labios y enfrentó la mirada intensa de Adair. Al verlo así, tan cerca, sintiéndolo tan pequeño en sus manos, Adair tuvo un impulso de abrazarlo; pero aún no tenía del todo claro si sería aceptado o rechazado. Entonces, desprendió las manos. Había cierta incomodidad en el ambiente. Adair aclaró su garganta. Caminó cerca del agua. Después, volteó el rostro ligeramente y sonrió - Ahora sé que ya te bañaste y no quieres meterte al agua. -¿no te bañaste tú también? - los pasos de Caeli tronaron en las rocas. Adair lo vio a su lado por el rabillo del ojo. Asintió - se puede considerar un baño - luego, se giró completamente hacía él - ¿tu padre te mandó a buscarme?. -No - su perfil lateral vislumbraba con el reflejo del agua - vine por mi propia voluntad - lo vio - estuviste
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Capítulo XXXVII: Envuelto en calidez
Si bien, era cierto que Biel formaba parte importante de su vida; puesto que se habían vuelto uno mismo. No podía existir un Adair sin un Biel. Era algo que estaba impregnado en él, de esa manera lo había aceptado como parte de su alma, concediéndole un espacio para vivir ahí. Sin embargo, había reservado un espacio extra; el cual, sólo una persona podía habitar. Los ojos de Adair se curvaron en un gesto gentil - Si no hubiera querido que estés aquí, nunca te lo hubiera mostrado - movió los pulgares, acariciando sus mejillas - decidí traerte aquí porque quería que fueras parte de mí. Este lugar es tanto tuyo como mío - se inclinó, hasta que la punta de sus narices se tocaron - ¿entiendes eso?. No lo dudes, yo quiero tenerte cerca. Caeli asintió - lo entiendo. Con eso, Adair se retiró - ¿era muy tarde cuando
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Capítulo XXXVIII: Sorpresa
Fastidiado, se levantó. Buscó la ropa por el suelo; mientras se iba vistiendo. Bajó las gradas y cruzó otra vez el laberinto de flores. Estaba por llegar a la puerta cuando una flor llamó su atención. Era una rosa blanca y hermosa, puesta en medio de un ramo completamente rojo. Atraído por su belleza, la tomó del tronco. La sacó después de comprobar que las espinas habían sido cortadas. Todavía le quedaban hojas a sus costados, una a cada lado. Sosteniéndola entre sus dedos, se la llevó. La rosa se balanceó en su mano; mientras caminó hacía el taller. Mirándola cada ciertos pasos. Cuando llegó, se recostó en el muro frente a la puerta. Topó su espalda a la pared helada. Subió la mano, deteniéndola ante sus ojos. Entre el pulgar y el índice, rodó el tronco de la flor. Sus pétalos blancos daban vueltas volviéndose uno sólo. Adair metió la otra mano en su bolsillo. Dobló una pierna, apoyando el pie en la pared. Sus
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Capítulo XXXIX: Alterado por los acontecimientos
Adair jaló el brazo. Haciendo que el cuerpo se reclinara en él. Lo acomodó en su espalda. Don Nicolás colocó el otro brazo sobre el hombro de Adair. Luego, este los sujetó fuertemente para llevarlo. Los pies del viejo se arrastraron por el suelo. Su cuerpo totalmente inmóvil. Caeli se adelantó, guiando el camino para ellos. Adair trató de caminar lo más cuidadoso posible. Tratando de no agitar mucho el cuerpo en su espalda. Caeli salió al pasillo y se detuvo del otro lado de la puerta. Cuando Adair paso, Caeli volvió a caminar otro trecho para luego detenerse y verlos. Tomaron el pasillo del lado izquierdo del patio. Donde Caeli abrió una puerta para que ellos entraran. La frente de Adair sudaba. Las gotas bajaron, mojando sus pestañas haciendo difícil la vista. Su cuerpo iba inclinado; de tal manera que no podía divisar el rostro de Caeli, sólo sus manos y pi
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Capítulo XL: Sorprendido
Adair estaba avergonzado. No quería mostrarla. Cubriéndola entre sus palmas, giró lentamente - olvidé que la tenía entre la ropa y la arruiné - Caeli se levantó, intentando distinguir el objeto, se acercó - Olvídalo, mañana te traeré otra - la apretó en el puño. -¿puedo verla? - Caeli la pidió. Estirando sus dedos para acogerla. -Ya no sirve - Adair estaba reacio a que viera ese desastre. -Quiero verla - dijo suavemente. Sin poderse negar, Adair abrió su palma. La tomó del tronco con la otra mano para pasarla a la palma de Caeli. En el proceso, los pedazos rotos amenazaron con caer al suelo. La depositó suavemente - ya no tiene espinas - informó. La palma de Caeli era mucho más pequeña que la suya; de ta
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