Ramas con espinas, arañaron su piel, mientras algo la arrastraba, intento zafarse, moviéndose con desesperación. El momento terrorífico no duró mucho. La voz de Siebog fue clara, con entonación estruendosa. No sabía dónde estaba exactamente, solo que no la había abandonado.—¡Cierra los ojos!.—Grito su demonio. De una manera tan enérgica, que todas las aves del bosque volaron en bandadas fugaces. La oscuridad visual a la que obedeció, le siguió un explosivo líquido, que baño su piel ya profanada por la sangre de esos lobos que tenían a Betsy de esclava sexual. —No lo habrás aún, esa sangre te puede dejar ciega. Mi pequeña bruja.—Amaba tenerlo ahí, que la rescatara.—Tampoco hables y si puedes, evita respirar.Sentía algo viscoso arroparla. Siebog la tomo de la mano y la levanto. Luego la cargo, intento seguir al pie de la letra su mandato. Por suerte, el sonido del río se escuchó, luego el agua empezó a limpiarla, con la ayuda de su hermoso demonio. La hizo hundirse varias veces, fr
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