Todos los capítulos de LA AMANTE EQUIVOCADA. Entre el amor y la venganza: Capítulo 21 - Capítulo 30
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CAPÍTULO 21. La última oferta
CAPÍTULO 21. La última ofertaResultaba evidente que el Titanic había tenido más oportunidad contra su iceberg que la directora de aquella guardería contra Lydia Baptiste, así que solo asintió y salió corriendo para asegurarse de que las cintas le fueran entregadas a la policía sin contratiempos.El único ruido impactante que los hizo volver la cabeza ocurrió dos minutos después en el salón de Meli y tanto Grayson como la trabajadora social se acercaron para ver aquella cámara de seguridad destrozada en el suelo, mientras la maestra de la niña hacía un gesto que no era nada inocente.—Tienes que ser muy ignorante para no saber que las grabaciones se descargan directamente a un servidor y que lo único que lograste rompiendo esa cámara fue incriminarte más —le gruñó Lydia con fastidio—. Oficial, por favor, arreste a la señorita Sacks, creo que tiene que dar muchas explicaciones.Grayson sintió que Meli lo abrazaba aún con más fuerza mientras sacaban a su maestra esposada, y aunque no lo
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CAPÍTULO 22. Una condición
CAPÍTULO 22. Una condiciónGrayson se quedó mudo por un largo instante, sabía muy bien que Serena no estaba convencida, sabía que la única carón por la que hacía aquello era porque estaba acorralada, pero si eran objetivos, cuanto antes terminaran con aquello mejor sería.—Muy bien, tu testimonio en el juicio de divorcio de Anabelle y Jerry, ¿a cambio de qué? —la increpó.Serena pasó saliva y trató de enfocarse.—Setenta mil dólares —murmuró después de hacer aquel cálculo básico.Debía quince mil dólares todavía por todos los gastos del entierro de su hermana, porque tal parecía que por mucho que pagara los intereses no dejaban de subir. El resto tenía que alcanzar para que ella y su hija pudieran irse del país, conseguir una nueva identidad, desaparecer por completo.—Podrías pedirme millones a cambio de tu declaración —sentenció él cuando el silencio se hizo demasiado evidente.—No quiero ser millonaria, solo quiero sobrevivir —respondió Serena—. Solo quiero que mi hija sobreviva a
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CAPÍTULO 23. Una duda
CAPÍTULO 23. Una dudaTenía los ojos cerrados, pero eso no significaba en ninguna medida que Serena estuviera dormida o fuera sorda. Cada palabra que salía de la boca de Grayson, a pesar de que la esperaba, era como si el lazo alrededor de su garganta se apretara aún más. Se notaba que él tenía una relación estrecha con su hermana, y Anabelle Huxley no dejaría de odiarla nunca, así que tampoco permitiría que él dejara de odiarla.Aquella situación era imposible, pero mientras estuviera lastimada y atada a una cama, Serena tenía que aguantarse y esperar, esperar y hacer lo que fuera necesario para sobrevivir.Debían ser quizás las diez de la mañana cuando Karina se asomó a la puerta de la habitación y trató de disimular la mala cara con que evidentemente miraba a Grayson.—Yo puedo quedarme a partir de ahora —le dijo mientras Serena abría los ojos, y el hombre asintió.—Está bien, te agradezco que te quedes.—No me lo agradezca, es mi mejor amiga —gruñó Karina cruzando los brazos con m
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CAPÍTULO 24. Sentimientos encontrados
CAPÍTULO 24. Sentimientos encontradosGrayson ya se había acostumbrado al odio latente en la voz de su hermana, no era que para él hubiera cambiado, seguía sintiendo que quienes la habían lastimado debían pagar por eso, el problema era quizás que saber que vengándose de Serena podía lastimar a una niña que definitivamente no lo merecía, cambiaba un poco su perspectiva de los hechos.—No tienes idea, Grayson... no tienes idea de cuánto voy a hacer sufrir a esos dos, en cuanto Serena admita en el juicio que fue la amante de Jerry, ¡la voy a demandar por todo lo que se me ocurra! ¡Voy a hacer que esa mujer termine en la cárcel, no sé cómo, pero...!—¡Anabelle! Ese no fue el acuerdo al que llegamos —murmuró él con tono neutro—. Ella será parte de tu defensa, no puedes demandarla en medio del juicio.—¡Pues la demandaré cuando termine! ¡No me importa, pero esa zorra va a pagar por lo que me hizo! —espetó su hermana con aquel caudal de lágrimas saliendo de sus ojos.Grayson respiró profunda
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CAPÍTULO 25. Amar de más
CAPÍTULO 25. Amar de más¿Qué tan jodido era que mientras Serena tenía pesadillas en aquella cama de hospital y gritaba por Brooke, el primer pensamiento de Grayson Blackwell fuera de alivio porque Brooke era un nombre de mujer? No pensaba conscientemente en eso, pero si hubiera estado gritando por un hombre, quizás esas cosas que él decía que no sentía por ella se hubieran desmentido. De momento solo pudo reaccionar, acercándose a ella y poniendo una mano sobre su frente para calmarla.—¡Hey, hey! ¡Serena! Serena, despierta...Verla abrir los ojos con desesperación le provocó algo que no supo definir, quizás porque al final de todo, la realidad seguía siendo una pesadilla para ella.—Estabas gritando —le dijo mientras respiraba profundamente—. Estabas gritando por... por Brooke.Los ojos de la mujer frente a él se humedecieron en un instante, pero Serena apartó la mirada de inmediato, mordiéndose los labios porque lo último que necesitaban en aquel momento era que Grayson se pusiera
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CAPÍTULO 26. Un titular viral
CAPÍTULO 26. Un titular viralSerena contuvo el aliento, porque algo dentro de ella le advertía que esa no era una información que pudiera compartir con nadie más.—No… solo… necesito dinero en lo que demando a Grayson por mucho, mucho dinero por este accidente —rio, pero Percy la miró con un poco de tristeza.—Te creería si no hubieras tratado de vendérmelo desde antes del accidente —suspiró él—. Y para lo que vale, a veces eso es justo lo que hay que hacer. A veces uno no tiene más remedio que escapar, sé bien de lo que hablo.Percy se despidió de ella como si fuera una vieja amiga a la que no volvería a ver en algún tiempo, y luego salió de allí dejándole su número de teléfono anotado en un papelito, solo en caso de que lo necesitara.Lo que Serena no imaginaba era que quizás él debía ser uno de los que acompañaran a Annabelle Huxley en un momento en que necesitaba tanto apoyo, como en su primera vista del divorcio, pero Percy simplemente prefería ahorrárselo.La mañana era extraña
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CAPÍTULO 27. Con destino a la nada
CAPÍTULO 27. Con destino a la nada“A cuatro años de un escándalo que sacudió las vidas de una de las parejas más sólidas de Hollywood, el divorcio entre Jerry Huxley y su esposa Anabelle por fin es una realidad latente”; rezaba aquella noticia en las redes sociales. “La pareja ha llevado la relación hasta el límite de sus fuerzas y ahora por fin se presentan ante un juez para tramitar oficialmente su divorcio. No es que no lo esperáramos ya desde hace mucho tiempo, el dilema empieza en lo sorprendente, porque según nuestra fuente de información, Serena Radcliffe, antigua y reconocida amante de Jerry Huxley, ha quedado de nuevo en el ojo del huracán, aunque parece que esta vez sus intereses la han llevado a ponerse de parte de la esposa traicionada…”El artículo seguía y seguía, y realmente era aterrador, porque en cuestión de minutos aquel asunto se había viralizado de nuevo, y por la cantidad de personas que se asomaban cada pocos minutos a su habitación, Serena estaba completamente
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CAPÍTULO 28. Palabras rotas
CAPÍTULO 28. Palabras rotasSi era cierto que había personas que tenían instintos más desarrollados que el resto de la gente, Grayson Blackwell caía en aquella categoría a veces sí a veces no. Lo cierto fue que a medida que los minutos pasaban él iba sintiendo como si una fuerza oscura se levantara a su alrededor, como si tuviera un mal presentimiento de que algo iba a suceder. Y como por desgracia era evidente que la única persona en riesgo que tenía cerca de él en aquel momento era Serena, no dudó ni un solo segundo en subirse a su auto y dirigirse al hospital.Había gente entrando y saliendo a toda prisa, pero nada que tuviera que ver con ambulancias o con algún accidente. Atravesó la sala de espera antes de llegar a la habitación de Serena, y se quedó mudo al abrir la puerta y encontrarla vacía. Sobre la cama estaba la aguja de una vía de suero con un poco de sangre, señal de que no se la había quitado de la mejor manera, pero todo lo demás había desaparecido: su ropa, algunos poc
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CAPÍTULO 29. Un infierno compartido
CAPÍTULO 29. Un infierno compartidoAmbos tenían las emociones a flor de piel y eso era innegable, no había forma de evitar la frustración, porque ninguno de los dos había sido culpable de que aquello llegara hasta la prensa.—¿Crees que fui a avisarles deliberadamente? —siseó Grayson con impotencia y Serena abrió los brazos con un gesto evidente.—¡Da igual! ¿No te das cuenta? —lo increpó—. Sea como sea que se hayan enterado, esto ya está en la mira pública y no van a descansar, no van a dejar de perseguirnos. ¡Si tú no lo viviste hace cuatro años, felicidades, pero yo ya lo probé y puedes creerme cuando te digo que el infierno solo acaba de comenzar!Grayson dio un paso atrás, pero la resolución en su rostro no varió ni un solo instante.—Lo sé, te creo, pero este es un infierno que vamos a pasar juntos porque esa fue la palabra que me diste —le gruñó en respuesta—. Así que tú ocúpate de cumplir tu parte que yo me encargaré de cumplir la mía. No tienes que volver por el Estudio, no
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CAPÍTULO 30. Una bestia en pausa
CAPÍTULO 30. Una bestia en pausaGrayson Blackwell no era ningún estúpido, pero estaba seguro, completamente seguro de que había hecho desaparecer la dirección de Serena de absolutamente todos los documentos del Estudio, o incluso de su ficha médica en el hospital, así que no había ningún motivo para que la prensa estuviera frente a su puerta.Su primer movimiento fue apartar a Beatrice a un lado y maldecir en tanto corría hacia su auto, vociferando al teléfono mientras Kenneth y él se volvían locos tratando de entender cómo demonios los periodistas habían dado con el paradero de la muchacha.Lo que no imaginaba era el grado al que escalaría todo aquello. Ellos no lo sabían, porque no habían estado en esa posición hacía cuatro años, pero para Serena era como revivirlo todo, así que su primer instinto le dictó alcanzar el teléfono y llamar a Karina una y otra vez. No podía dejar que volviera a su departamento en medio de aquella horda de periodistas llevando a Meli de la mano. No podía
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