CAPÍTULO 25. Amar de más¿Qué tan jodido era que mientras Serena tenía pesadillas en aquella cama de hospital y gritaba por Brooke, el primer pensamiento de Grayson Blackwell fuera de alivio porque Brooke era un nombre de mujer? No pensaba conscientemente en eso, pero si hubiera estado gritando por un hombre, quizás esas cosas que él decía que no sentía por ella se hubieran desmentido. De momento solo pudo reaccionar, acercándose a ella y poniendo una mano sobre su frente para calmarla.—¡Hey, hey! ¡Serena! Serena, despierta...Verla abrir los ojos con desesperación le provocó algo que no supo definir, quizás porque al final de todo, la realidad seguía siendo una pesadilla para ella.—Estabas gritando —le dijo mientras respiraba profundamente—. Estabas gritando por... por Brooke.Los ojos de la mujer frente a él se humedecieron en un instante, pero Serena apartó la mirada de inmediato, mordiéndose los labios porque lo último que necesitaban en aquel momento era que Grayson se pusiera
CAPÍTULO 26. Un titular viralSerena contuvo el aliento, porque algo dentro de ella le advertía que esa no era una información que pudiera compartir con nadie más.—No… solo… necesito dinero en lo que demando a Grayson por mucho, mucho dinero por este accidente —rio, pero Percy la miró con un poco de tristeza.—Te creería si no hubieras tratado de vendérmelo desde antes del accidente —suspiró él—. Y para lo que vale, a veces eso es justo lo que hay que hacer. A veces uno no tiene más remedio que escapar, sé bien de lo que hablo.Percy se despidió de ella como si fuera una vieja amiga a la que no volvería a ver en algún tiempo, y luego salió de allí dejándole su número de teléfono anotado en un papelito, solo en caso de que lo necesitara.Lo que Serena no imaginaba era que quizás él debía ser uno de los que acompañaran a Annabelle Huxley en un momento en que necesitaba tanto apoyo, como en su primera vista del divorcio, pero Percy simplemente prefería ahorrárselo.La mañana era extraña
CAPÍTULO 27. Con destino a la nada“A cuatro años de un escándalo que sacudió las vidas de una de las parejas más sólidas de Hollywood, el divorcio entre Jerry Huxley y su esposa Anabelle por fin es una realidad latente”; rezaba aquella noticia en las redes sociales. “La pareja ha llevado la relación hasta el límite de sus fuerzas y ahora por fin se presentan ante un juez para tramitar oficialmente su divorcio. No es que no lo esperáramos ya desde hace mucho tiempo, el dilema empieza en lo sorprendente, porque según nuestra fuente de información, Serena Radcliffe, antigua y reconocida amante de Jerry Huxley, ha quedado de nuevo en el ojo del huracán, aunque parece que esta vez sus intereses la han llevado a ponerse de parte de la esposa traicionada…”El artículo seguía y seguía, y realmente era aterrador, porque en cuestión de minutos aquel asunto se había viralizado de nuevo, y por la cantidad de personas que se asomaban cada pocos minutos a su habitación, Serena estaba completamente
CAPÍTULO 28. Palabras rotasSi era cierto que había personas que tenían instintos más desarrollados que el resto de la gente, Grayson Blackwell caía en aquella categoría a veces sí a veces no. Lo cierto fue que a medida que los minutos pasaban él iba sintiendo como si una fuerza oscura se levantara a su alrededor, como si tuviera un mal presentimiento de que algo iba a suceder. Y como por desgracia era evidente que la única persona en riesgo que tenía cerca de él en aquel momento era Serena, no dudó ni un solo segundo en subirse a su auto y dirigirse al hospital.Había gente entrando y saliendo a toda prisa, pero nada que tuviera que ver con ambulancias o con algún accidente. Atravesó la sala de espera antes de llegar a la habitación de Serena, y se quedó mudo al abrir la puerta y encontrarla vacía. Sobre la cama estaba la aguja de una vía de suero con un poco de sangre, señal de que no se la había quitado de la mejor manera, pero todo lo demás había desaparecido: su ropa, algunos poc
CAPÍTULO 29. Un infierno compartidoAmbos tenían las emociones a flor de piel y eso era innegable, no había forma de evitar la frustración, porque ninguno de los dos había sido culpable de que aquello llegara hasta la prensa.—¿Crees que fui a avisarles deliberadamente? —siseó Grayson con impotencia y Serena abrió los brazos con un gesto evidente.—¡Da igual! ¿No te das cuenta? —lo increpó—. Sea como sea que se hayan enterado, esto ya está en la mira pública y no van a descansar, no van a dejar de perseguirnos. ¡Si tú no lo viviste hace cuatro años, felicidades, pero yo ya lo probé y puedes creerme cuando te digo que el infierno solo acaba de comenzar!Grayson dio un paso atrás, pero la resolución en su rostro no varió ni un solo instante.—Lo sé, te creo, pero este es un infierno que vamos a pasar juntos porque esa fue la palabra que me diste —le gruñó en respuesta—. Así que tú ocúpate de cumplir tu parte que yo me encargaré de cumplir la mía. No tienes que volver por el Estudio, no
CAPÍTULO 30. Una bestia en pausaGrayson Blackwell no era ningún estúpido, pero estaba seguro, completamente seguro de que había hecho desaparecer la dirección de Serena de absolutamente todos los documentos del Estudio, o incluso de su ficha médica en el hospital, así que no había ningún motivo para que la prensa estuviera frente a su puerta.Su primer movimiento fue apartar a Beatrice a un lado y maldecir en tanto corría hacia su auto, vociferando al teléfono mientras Kenneth y él se volvían locos tratando de entender cómo demonios los periodistas habían dado con el paradero de la muchacha.Lo que no imaginaba era el grado al que escalaría todo aquello. Ellos no lo sabían, porque no habían estado en esa posición hacía cuatro años, pero para Serena era como revivirlo todo, así que su primer instinto le dictó alcanzar el teléfono y llamar a Karina una y otra vez. No podía dejar que volviera a su departamento en medio de aquella horda de periodistas llevando a Meli de la mano. No podía
CAPÍTULO 31. Un lugar a dónde irSoltar a Jerry solo fue un protocolo, solo para liberar el puño que se iba a estrellar contra su nariz y su cara una y otra vez, y Grayson no estuvo ni siquiera un poco más tranquilo hasta que vio la sangre correr por el rostro de su cuñado. Era como si una fuerza oscura lo animara, como si quisiera terminar con cuatro años de rabia de una sola vez.No le importó que sus nudillos sangraran, no le importó nada más que lastimarlo tanto como podía. Aunque sin duda la parte más satisfactoria fue empujarlo fuera del departamento y patearlo por el primer tramo de escaleras como si fuera un perro.—¡Quédate ahí para que la prensa te tome fotos, infeliz, que eso es exactamente lo que te mereces! —escupió, pero sabía que, por supuesto, Huxley se iría con el rabo entre las piernas y escondido, lo más posible, para que nadie le tomara fotos a su rostro deformado por los puñetazos.Grayson volvió de inmediato al interior del departamento, sosteniendo lo más suavem
CAPÍTULO 32. El depredador perfectoGrayson solo la vio retroceder, tratando de tomar a la pequeña de sus brazos a pesar de que, evidentemente, ni siquiera tenía fuerzas para cargarla.—No... No, no, no, no —exclamó Serena con expresión asustada—. ¡No, yo no me puedo quedar aquí! ¡Nosotras no podemos quedarnos aquí!—Serena, este es el sitio más seguro que hay ahora mismo para las dos —la reconvino él—. Podría llevarte a un hotel o alquilar un departamento para ustedes, pero si la prensa está tras tu pista, cualquier guardia de seguridad, cualquier miembro del personal podría vender la información de tu paradero. Este es el sitio más seguro, y sé que ahora mismo no confías para nada en mí, pero te doy mi palabra de que no te voy a lastimar.—Es que ahora mismo no estoy pensando en ti, Grayson. ¿Te has puesto a pensar qué puede pasar si tu hermana viene? —lo interrogó ella, y él hizo un gesto leve de negación.—Anabelle jamás viene aquí, tiene su propio departamento al que escapar cuan