164. EN LAS REDES DEL VAMPIRO
NARRADORAApretándose el pecho, obligó a sus piernas cansadas y heridas a trabajar nuevamente; el rastro de sangre iba quedando a su paso, pero no se detenía ni siquiera para sanarse a sí misma.Prefería enfrentarse a un lycan y morir rápido a quedarse aquí en este sitio.La niebla comenzaba a levantarse por entre las tumbas como si tuviese vida propia, se arremolinaba bajo sus piernas, al igual que manos intentando sujetarla.Laila corría aterrorizada, nunca había sentido tanto miedo en su vida, pasó por debajo del sauce y de repente las ramas comenzaron a batir con el fuerte viento.—¡Aahh, suéltame, suéltame! —gritó enardecida cuando las cuerdas verdes se enredaron en su cuello, estrangulándola, en sus brazos y piernas, reteniéndola.Laila luchó como una demente para zafarse, dando tirones a las ramas y sujetando con las manos las que estrangulaban su cuello, intentando romperlas.Sus pies dieron pasos inestables hacia atrás, el cabello húmedo le tapaba los ojos y juró que veía som
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