Llegado el día tan esperado en que la Reina Madre Leonor organizó el banquete para recibir a los invitados, las damas y las familias nobles de la capital, junto con sus hijos, se apresuraron a llegar a la residencia de Benito de la Torre Montemayor, su hijo y segundo al mando del reino.Ese día, aunque los árboles de ciruelos habían sido reubicados a lugares más apartados. Tras el traslado, no florecieron en absoluto. Además, después de que Benito regresó victorioso, mandó a cuidar el jardín con esmero, y pocas flores abrieron.Sin embargo, el motivo real de la convocatoria no era tanto las flores, sino que todos sabían que Reina Leonor deseaba solo presumir y fanfarronear.De hecho, ese día llevaba un vestido de color rojo morado con grandes flores bordadas, un abrigo blanco sobre los hombros y el cabello recogido elegantemente, adornado con una corona de oro con piedras preciosas rojas. Su apariencia era llena de nobleza.La gran princesa también asistió, vistiendo un atuendo igualme
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