Desislava recordó lo ocurrido en el campo de batalla de los Llanos Fronterizos del Sur. Lo había repasado varias veces, y efectivamente, había caído en una trampa.Muchos detalles, tenía sus sospechas, pero no quería creerlos. Por lo que encontró muchas excusas, muchos motivos.La principal era que Benito deseaba apoyar a Isabella para que ascendiera, y por eso intentaba borrar sus méritos, diciéndole de antemano que no tendría ninguno.Pero Isabella estaba allí, y lo contó todo con claridad. Isabella no podía escapar. Solo pudo moverse lentamente hacia la puerta y encogerse allí, negando mientras murmuraba:—No, no es así.Isabella estaba de pie frente a una lápida, con la luz a sus espaldas que oscurecía su cara.—Desislava, sigues viva... y deberías estar agradecida por ello.Su voz era baja.—Pero mi familia... mi familia nunca regresará, y todo por tu culpa. ¿Cómo no debería odiarte? He soportado tanto tiempo, no quería hacerte daño, pero ¿por qué viniste directamente a mi puerta?
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