Los pensamientos fueron mi condena, los siguientes días que siguieron a ese en el que cometí lo que creía fue mi mayor error. Me reproché por haberme dejado llevar.Fui un bruto, el verdadero ser irracional. Me nublé por completo. En ese momento, toda razón y moralidad fueron arrojadas por la ventana, y me dejé llevar por el deseo que había estado reprimiendo durante tanto tiempo. Nos entregamos el uno al otro, sin pensar en las consecuencias de nuestros actos. Sentado detrás del volante de mi camioneta, recordaba que esa noche antes de abandonar la habitación, al amanecer, mientras contemplaba a Becca dormida a mi lado, me embargó un sentimiento de culpa y arrepentimiento. Sabía que lo que habíamos hecho estaba mal, y que debía poner fin a esa relación prohibida antes de que fuera demasiado tarde. Todo esto me llevó a confirmar mi decisión de alejarme definitivamente de Becca y romper todo contacto con ella, a pesar de lo difícil que me resultaba renunciar a la pasión que habíamos c
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