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Todos los capítulos de La Venganza del Mafioso: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Tal y como había pasado en sus primeros días en esa casa, Andrei se había olvidado de Elisa, pero esta vez había sido por siete días y a propósito, como su primer paso justiciero. Ella lo sabía porque había contado esos días con tristeza, solamente había tenido la visita de la señora María, la sirvienta de confianza del alto, y hasta ese momento era el único ser humano que parecía interesarse por su salud. Iba tres veces por día a ver que necesitaba, y cada día se había dedicado a cuidar del estado de las heridas de la castaña que ya no sangraban y parecían saludables. Ya no lloraba, pero no porque no quisiera, sino que sus ojos parecían fatigados. Jamás había tenido síntomas claustrofóbicos, pero estar allí en esa habitación la angustiaba y la desesperaba, así que comenzó a pellizcarse la piel de sus brazos y piernas para descargar la tensión el día anterior. Además, aún tenía rabia acumulada en el pecho por no poder desquitarse con el castaño. —El señor Andrei se va a enojar
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Ambos se voltearon hacia esa voz grave y dura, Igor sonrió y Elisa se escondió tras él, al saber quién era el dueño de esa voz que le despertaba y desordenaba todas sus hormonas.—Hirió a la señora María —le respondió divertido—, y se escapó.Andrei caminó hacia ellos, sacando a la joven detrás de Belov Igor desde su brazo, tomándolo con fuerza para que quedara frente a él y para que ella no se resistiera. Le echó un vistazo general, parecía perturbada y podía ver la hinchazón y lo rojo de las lesiones sobre su piel. Elevó una ceja al mirarla a los ojos. Ella por su parte, lo miraba temblando. De nuevo esa ceja inquisidora la amenazaba y la hacía sentirse pequeña y vulnerable.—Mujer escandalosa… —le soltó el brazo y ella, por reflejo, llevó su mano hasta esa zona que ahora le dolía—. Vete a tu habitación ahora, no quiero verte aquí.—No quiero, quiero estar aquí. No voy a escapar, no puedo...Andrei volvió a mirarla. ¿Quién se creía que era para contestarle?—Vete ahora antes de qu
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Durante toda esa semana, Andrei había decidido que era una buena idea salir de casa o de distraerse en ella con buena compañía femenina. No tenía planes de volver a molestar a Elisa dentro de unos días más, quería dejarla sola con su angustia y eso le divertía. Pero verla esa vez le hizo sentir que no era divertido si deseaba matarse, aunque era eso lo que buscaba. Tal vez su primer paso con ella no había sido el correcto, torturarla así no iba a servir si ella era así de débil. Aunque no podía evitar reír al imaginarla vuelta loca en su habitación peleando con la señora María para que le entregara las llaves. De cierta forma, eso fue lo que buscaba desde el principio, volverla loca primero y luego saber cómo seguir divirtiéndose con ella…Ahora estaba en una habitación cercana y que no era la suya, porque nadie era lo suficientemente importante para entrar allí. Estaba sobre el cuerpo de aquella chica que entró con él a casa de su brazo. Ella era bella y no le daba problemas, sim
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Andrei miraba por la ventana, mientras Anna descansaba sobre su pecho. Había perdido la noción del tiempo, no había notado que se pasó todo el día metido en su habitación con esa chica, quizá para evitar el tema de la problemática de Elisa. Recordó su rostro suplicante pidiéndole que la matara y que terminara con todo eso. Suspiró tras ese recuerdo, porque todo ese juego que ni siquiera había alcanzado a jugar bien, se estaba yendo a la mierda. Quería dañarla, sí, pero no quería verla de esa manera tan pronto. Estaba desilusionado y no entendía por qué si ese era su objetivo. Tal vez quería hacerlo más duradero, y ni siquiera había alcanzado a ver el proceso de cómo llegó a descontrolarse, al punto de agredir a una sirvienta.—Vamos al salón —se incorporó sin esperar a que la chica lo hiciera primero. Quería dejar de pensar y la rubia ya no lo estaba ayudando a dejar de hacerlo.**—Vaya, eres Elisa —la recibió con una sonrisa el rubio que ahora era más bajo que ella, gracias a es
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Cuando vio que Elisa estaba tomando una bocanada de aire para seguir diciéndole cosas, él volvió a tomarla de ese brazo para voltearla, dejando su espalda hacia su pecho para comenzar a conducirla hacia otro lugar. Con su otra mano libre le tapaba la boca. No quería escándalos en esa fiesta, y debía demostrarle que era él quien mandaba.—Cállate, mujer escandalosa.Elisa se resistía a caminar, pero su fuerza no era nada al lado de la del castaño. Así que se dejó conducir, le gustaba que la tomara de esa manera y que tuviera tanto poder en ella… En serio se estaba volviendo loca.Llegaron hasta el patio y la dejó allí, volteándola nuevamente hacia él para mirarle el rostro, apartando la mano que cubría su boca. Al verse libre de ese agarre, Elisa jadeó, mirándolo con reproche.—¿Qué quieres de mí? ¿Por qué te empe….—Cállate —volvió a ordenarle el castaño. Elisa se calló, odiando su voz—. Ahora vuelve a rogarme como lo hiciste esta mañana.Aquella chispa en la mirada de ella volvía
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Luego de pasar una noche llena de pensamientos, Elisa no había podido dormir bien. Cerraba los ojos y veía la espalda de Kirill desvanecerse, para darle paso a la de Andrei.Él era cruel y era capaz de verlo todo con la cabeza fría y eso le asustaba. ¿Cómo había sido tan estúpida e ingenua de ponerse a jugar con sujetos como ellos? Jamás debió entrar a ese trabajo, nada que tuviera que ver con la exposición femenina podía ser limpio.Ahora estaba en la sala, sentada en el sofá y mirando a todos a su alrededor, nadie le hablaba y todos parecían en su mundo, conversando de aquellas cosas que se sentían orgullosos los hombres. Suspiró, entendiendo que una mujer jamás era bienvenida en las conversaciones masculinas, menos si esta no era de su agrado. De todas formas no esperaba que le hablaran, ella sabía perfectamente cuál era su lugar en esa casa, y aunque Andrei le hubiera dicho que ella era un huésped, Elisa sabía perfectamente que su rol se acercaba más al de una prisionera.Tuvo
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Elisa caminaba por la casa, tratando de memorizar todos los pasillos y puertas a su alrededor, creía que era una buena manera de sobrevivir por si algo sucedía, además era lo mejor que tenía para matar el tiempo.Pensó que sería bueno ver la televisión, alguna película o simplemente revisar facebook para enterarse de lo que pasaba con sus conocidos en Rusia y en su país. ¿Cómo estaría su hermana pequeña? Seguramente estaba loca por hablarle por skype acerca de sus programas de televisión favoritos, sobre todo del que solían ver juntas cuando aún vivía con ella: My Little Pony. La extrañaba, su hermana era su pequeña adorada, su bebé, como ella solía llamarla porque apenas tenía siete años. Si Andrei le había dado libertad dentro de la casa, ¿por qué no podía darle la oportunidad de comunicarse con su familia? Se entusiasmó con la idea, algo debía hacer para poder conseguir eso. ¿Pero qué?Mientras caminaba por un pasillo descalza con un short y una camiseta de hombre, se topó de fr
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Andrei se puso de pie y fue camino a su habitación.Cerró la puerta fuertemente mientras comenzaba a golpear la pared con sus puños, porque parecía que la habían echado alcohol a la herida de haber perdido a su único amigo, y además, le hacía sentir que no había cuidado bien a su gente. Si él hubiera aceptado ir a beber con Kirill esa noche, él no habría muerto. Justo en ese momento ese pensamiento lo atacaba. No se había permitido llorarlo durante esos días y ahora no pretendía hacerlo tampoco, sin embargo, ahora estaba enojado con él mismo al recordar lo que había hecho para vengarlo. Pensó que había hecho lo suficiente para dejar de sentir rabia, pero no era así, ahora volvía a tener rabia y era porque no había hecho lo necesario.Había perdido mucha gente importante en su vida, que fuera una más la consideraba como algo que simplemente debía pasar y por eso no lloraba la muerte de nadie. Lo que debía hacer ya lo había hecho, pero odiaba aceptar que siempre se podía hacer más p
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Elisa lo miró confundida, un tanto aturdida por su cambio de actitud tan radical. Andrei, por otro lado, la miraba a los ojos de aquella manera vacía en la que solía mirar a todo el mundo, incapaz de tener un ápice de calidez u otro sentimiento noble en ellos.—Tú… estás enfermo —habló ella con dificultad gracias al ritmo de su respiración, manteniendo sus manos en los hombros de él. Hace un rato se había sentido asesinada y luego en la gloria entre sus brazos, con él sobre su cuerpo, sintiendo su calor corporal que la estaba volviendo loca de a poco. Pero no podía dejar de perturbarle la combinación de cosas que había hecho con ella al adentrarla a su habitación. Nada ahí estaba bien.Andrei ladeó una sonrisa sin moverse, a pesar de que su boca la estaba echando del lugar.—¿Ah, sí? —volvió a acercar su rostro al de ella, para hablarle sobre los labios—. ¿Porque no quiero que sigas aquí para hacerte mía y luego matarte?—No es eso —se enojó. Claro que no era por eso, ella jamás h
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20
—Estás comenzando a ver una esperanza en donde no la hay, estás dándole un significado a todo esto cuando no existe uno... Puedo ser tu psicólogo, ¿sabes? —le dijo Igor, algo animado.Elisa lo miró y rió insegura tras oírlo, se sentía estúpida e ilusa… y lo era.Estaba descolocada por lo que acababa de pasar con Andrei y le era imposible sacar esa imagen de su cabeza. —Entonces supongo que justamente, ahora tú no tienes nada que hacer —comentó simplemente, ante el acercamiento de Igor.—Siempre tengo que hacer, pero quiero relajarme, porque deshacerse de cadáveres es cansador. Pesan… —dejó descansar sus manos a sus costados.La chica pensó que bromeaba, pero aquello lo había dicho seriamente y todos en esa casa tenían la palabra “asesino” en la frente.Se tensó y Igor lo notó.—Descuida, aún no pretendo deshacerme del tuyo —la miraba, sonriendo ligeramente. Elisa dejó de mirarlo. ¿Por qué nadie en esa casa podía ser normal? Llevó sus rodillas hasta su pecho para abrazarlas, se sent
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