Su cuerpo temblaba por el cúmulo de emociones en su cuerpo, un recordatorio de que seguía viva y que estaría protegida por el hombre que había jurado acabar con ella.Sabía lo difícil que había sido para Andrei y cómo el amor lo había transformado, así que se sentía dichosa de tener el corazón de un hombre considerado frío y sin corazón, aunque ella conocía la verdad de su interior.—Yo, Elisa, te tomo a ti, Andrei, como mi esposo... y prometo estar a tu lado, sin importar lo que venga, porque te amo más allá de mis miedos —dijo, con la voz quebrada por la emoción, pero sin apartar la vista de sus ojos.Las palabras del sacerdote sonaron distantes mientras pronunciaba el final de la ceremonia. Los aplausos estallaron a su alrededor cuando Andrei tomó el rostro de Elisa entre sus manos y la besó. No fue un beso apresurado ni tímido; fue un beso profundo, lleno de promesas silenciosas, de deseos inconfesables y de un amor que lo abarcaba todo.Cuando se separaron, Andrei se permitió un
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