Mientras Emily continuaba preparándose, el abuelo August la miraba desde la puerta. Se sentía melancólico y triste, pero sobre todo un fracaso, no solo como abuelo, sino como cabeza de familia, por no frenar lo que hacía Sofía.Cuando su nieta huyó del país supo que aquello estaba relacionado con Alec Dracul y le llamó por teléfono, pero este, no le dijo mayor cosa. Sin embargo, cuando también se fue del país, supo que entre ellos había pasado algo que era quizás, imposible de arreglar. Y debería querer verla feliz con ese tal Michael, pero para él, solo el joven Dracul podía darle la felicidad que merecía. Mirándola con atención se sentó en la cama y colocó en la mesa un sobre de manila bastante abultado, Emily lo miró, pero no preguntó nada. Y eso dolía, la Emily de antes era burbujeante, no sabía estar callada y menos, quedarse sin preguntar. Y que ella no quisiera saber lo que había dentro del sobre lo entristecía. No era su niña curiosa. No podía evitar pensar en Alec, y en
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