Nora Finalmente, estaba ocurriendo, iba a casarme con Ares. Llevaba una hora repitiéndomelo y aún no podía creérmelo. Gemí al sentir sus dedos largos y fríos, entrelazando los míos. Quería creer que se trataba de una reacción normal. Cualquiera se sentiría de ese modo, al sentir el tacto de un hombre tan guapo. No obstante, no podía ser lo suficientemente sínica como para engañarme. Lo que sentía, era tensión y atracción. —Ven —. Me dijo, llevándome al interior de la habitación. De alguna forma, conseguí entrar y sonreírle al juez cuando bromeó sobre nuestra impetuosa unión. Me mantuve firme cuando mis piernas flaquearon, intentando que nadie viese, que me estremecía por el pánico. Entonces, antes de que me diese cuenta, estábamos recitando los votos. —Yo Nora, te tomo a ti… —Mi voz se apagó y deseé poder sostenerme de algo. Por lo que extendí la mano en busca de la suya, con torpeza. Ares lo tomó como un pedido de auxilio. Así que, atrapó mi mano, apretándole con fuerza—. Te t
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