Ares —Muchas gracias, hombre —le dije a mi hermano, acomodando la caja donde se encontraba el muñeco que esperaba alegrarse a León y por qué no, también pretendía sumar puntos con Nora. Desde que me había dicho que se casaría conmigo, me miraba como si tuviese la peste e intentaba evitarme —. El niño va a estar feliz, hoy lo trasladaron a una habitación normal e incluso le dieron la cena. No sé mucho de medicina, pero creo que esa es buena señal. —Pues, me alegro mucho, es muy pequeño y cuando me contaste me sentí fatal por él —dijo mi hermano —, y en realidad no fue nada, los venden en todos lados, no sé por qué tanto alboroto —. Sonreí. —Eso lo dices porque no has visto las películas, es el mejor vaquero del mundo. John Wayne no le llega a los talones de sus botas de cuero —. Eros lanzó una carcajada profunda. —Normal, no las he visto porque tengo más seis años y no soy padre. En cambio, tú, te has convertido de buenas a primeras en una de las dos cosas: niño o padre —. Apenas s
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