—Mi amor, tu novio acaba de llegar. Dijo que vendrías pronto, que te adelantaste —mi madre sonrió y volteé para ver a Nicolás, quien solo me observaba con atención, como si estuviera evaluando cada paso que daba.—Mamá, él... Él llegó antes que yo. Qué bien, será mejor que nos vayamos. —Me acerqué a Nicolás, tratando de aparentar normalidad y pasé mi brazo por el suyo, manteniendo las apariencias.—No, deberíamos quedarnos y no ser maleducados, ¿no quieres que tu madre se ponga triste, verdad? Nos ha invitado a cenar.Volteé a ver a Nicolás, quien se desligó de mí y se acercó a mi madre.—Suegra, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo con una sonrisa falsamente encantadora.—Ven, mijo, ayúdame a cocinar ya que a mi hija no le gusta —mi madre respondió de buen grado, agradeciendo la ayuda. Ambos se alejaron rumbo a la cocina.Yo corrí tras ellos, preguntándome si esta era la forma silenciosa que Nicolás encontraba para callarme y controlarme dentro de mi propio hogar.No cabe duda de que es un
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