Pronto, ante el primer intento de puñetazo por su parte, lo pude esquivar fácilmente, lo que no esperaba que fuera un maldito tramposo, de alguna parte sin saber de dónde, salió una pequeña navaja de plata, que de un solo movimiento se me clavó en el costado, haciendo que aullara de dolor. Justo en
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