Cuando regresé, ya él no estaba allí, de hecho, no lo veía por ningún lado. Despacio bajé hacia donde estaba el resto de la manada, no muy lejos veía como Ava, mejor dicho, su loba, la descarada Elora, se restregaba cariñosamente contra el lomo de su mate, el beta de la manada, un enorme lobo color
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