—Señor, tenemos a la niña, está sana y salva… — Jorge traía a April en los brazos, entregándosela a Albert, quien, de inmediato, la apretó contra su pecho, April lloraba y gemía de la emoción.—¿Y Megan? — Preguntó Albert ansioso.—Ya revisamos toda la casa, no la hemos encontrado, ni tampoco a Gianfranco, parece que era, como pensábamos, una trampa para entretenernos y terminar huyendo… — Explicó Jorge.—¡No! Mi mamita está aquí, yo la escuché papi, tienen que salvarla, búsquenla bien, de verdad, ella está aquí… — Intervino April, desesperada.—Tranquila, te prometo que la encontraré, ¿sí? — Albert la apretó una vez más, llenándose del calor de la niña y sintiendo como el corazón le saltaba de felicidad, había recuperado a su hija.—¡Señor! — Uno de los escoltas se acercó apresurado. — Encontramos una puerta escondida, parece ser de un sótano, está cerrada… — Albert y Jorge se miraron leyéndose el pensamiento, allí debían estar.—Bien, sáquenla de aquí… — Albert le entre
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