Megan se quedó allí, en el arco de la entrada, ella no estaba escondida, pero tampoco estaba expuesta, el instinto le dijo que no interviniera en esa conversación, por lo que solo escucho.—Por favor, señor Ruiz, somos hombres de negocios, seamos claros, sé que hay algo que le incomoda, algo que lo detiene… — Declaró Albert.—No, no, se equivoca, señor Collins.—Señor Ruiz, nuestra familia siempre ha contado con su apoyo, sé que usted es un hombre honesto e íntegro… — Albert sostuvo el hombro de Ruiz con firmeza, al mismo tiempo que lo miró a los ojos con convicción. — Así que, cuento con usted, cuento con que será sincero si hay algo de nuestra empresa que no le gusta… Usted sería sincero y nos lo diría, ¿no es así? — Murmuró Albert, dejando a Ruiz algo pensativo por un instante, hasta que, luego de un largo suspiro, el hombre habló.—Albert, sabes muy bien que todas mis inversiones están hechas en las empresas de tu familia, cualquier idiota con cuatro dedos de frente y dine
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