47. DOLOR.
POV. SEBASTIÁN.— ¡Vamos, levántate! ¡niño de cara bonita!Estaba escupiendo sangre y me reía por sus palabras.Cuando Lucía llamó a Dan, me di cuenta que no importaba lo que yo hiciera, no había nada que pudiera lograr limpiar mi nombre y ganarme el respeto o admiración de Lucía, así que la verdad tampoco iba a ser útil en ese momento.Lance un gancho derecho y golpee en la mandibula, pero enseguida sentí el golpe en mis costillas. Caí de rodillas de nuevo y me reí. Todo pasaba por mi cabeza.Me sentí relegado y dolido cuando Lucía, al abrir los ojos después de su terrible accidente, llamó primero a Dan en lugar de a mi. — ¡Eres una princesa! — Me gritó el bastardo con el que estaba peleando. Pero mi mente no estaba allí, podía escucharlo y actuar, pero mi mente estaba en ese día. Ese acto, aunque sencillo, se sintió como una puñalada en el corazón, reafirmando mis peores temores y resentimientos. Con el peso de la traición y la amargura aplastando mi espíritu, me fui del hospital s
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