Jenna se sintió apresada entre el rechoncho cuerpo del hombre pero se dijo que de eso vivía y como todo tenía sus contratiempos, así que no quedaba de otra más que aguantar. El aliento a cerveza barata que brotaba del hombre no era agradable, aunado al aliento a cigarro y a comida. Trató de concentrarse pensando en las cosas buenas de la vida, al menos en las pocas que ella había tenido y lo ridículo que resultaba el tiempo que lo había tenido. Rememoró en que hizo lo que pudo por salvarla, por su madre, que no escatimó para hacerlo y que al menos aunque no lo logró junto a la horda de lectores, sí le dieron los últimos meses de su vida llenos de amor, tranquilidad y al menos sin dolor. Jenna se decía cada mañana que haber dejado sus sueños de lado para terminar como prostituta no era tan malo, después de todo, era un trabajo como cualquier otro, no hacía daño a nadie y tampoco pretendía vivir siempre de esto, nada más aspiraba a terminar la carrera y ahorrar para su constructora,
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