Sacudí mi cabeza ante lo que escuchaba, no, no podía ser posible que estuviera enamorado de Kenna. Eso simplemente no podía existir.—Es imposible, miro a Kenna como mi hermana pequeña.—Sí, pero aquí la diferencia es que no es tu hermana pequeña, sino la mía, y ella tiene razón en todo lo que dijo. Ya es una mujer hecha y derecha, no puedes venir a tratarla como si fuera una niña.—Es cierto, ¿En qué momento le han crecido los pechos? Vaya, es la primera vez que los veo, de hecho.—Espera un momento, recuerda que estás hablando de MI hermana y no me interesa saber nada que tenga que ver con su anatomía o sus necesidades sexuales, suficiente con lo que vieron mis ojitos el día de hoy.—Pero Aramis, entiende que a ella no le conviene estar con Zahid. Sabes bien lo cerrada que es la cultura de Kenna y lo mucho que va a sufrir cuando todo esto se sepa.—Escucha, es cierto que la sociedad a la que mi hermana pertenece es algo cerrada. Pero a pesar de todo eso, ella tiene un abuelo que la
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