A tropezones buscó huir, abriendo la puerta de su casa con las manos temblorosas.Lo logró, logró avanzar por el jardín delantero, pero Esteban la cogió por la espalda y la jaló brutamente contra su cuerpo, gruñendo entre dientes, marcando poder, sacando desde lo más profundo de su ser ese lado oscuro que lo destacaba del resto.Lexy luchó con sus brazos y manos y como nunca se defendió. Le pellizcó los brazos y le mordió las manos, esas que la aferraban por el cuello y el rostro.Algunos transeúntes se detuvieron a mirar y a cuchichear; cuando creyó que estaba perdida, cuando su mundo empezaba a desmoronarse, cayó rendida al suelo, se venció como siempre; las rodillas se le llenaron de piedrecitas que se le clavaron en la sensible pie
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