Bennett.Camino directo a la oficina de la última vez. Todo está en silencio adentro, solo la asistente está en su puesto a un lado de la puerta, pero no la que siempre miraba con ellos, sino una que se ve solo trabaja en la empresa. Entro y no hay nadie. Sus cosas siguen en su silla, el celular está a un lado y nunca camina sin ese aparato. Huele a ella, se siente quien es la dueña del sitio en el aire. Escucho algo moverse en una esquina hallándose Cerbero en el mueble donde se mantiene sin quitarme los ojos de encima. El gran perro con ese pelaje oscuro me recuerda lo que pasó en la isla, la forma tan sanguinaria de irse contra los tipos que lo atacaban a él, a su dueña o a mí. No dudó en meterse entre las balas que querían derribarlo para liberarme de quienes aprovechaban que me doparon con un sedante para venirse en manada sobre mí. —Así que te entrenó también. —me acerco, Cerbero se hace a un lado, me siento en el puesto libre y este coloca su cabeza en mi regazo como si me
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