CAPÍTULO 128. COMPROMISO...
Al transcurrir ocho horas, uno de los dos hombres amarrados, se desmayó. Dos de los oficiales que lo custodiaban, lo bajaron y lo hicieron reaccionar. Al lograrlo, le insistieron para que hablara y dijera el nombre de quien lo había contratado; pero aun así, todo débil, muerto de hambre y con sed, se resistió a hablar.No les quedo otra opción a Nava y Tony que volver a amarrar en la misma posición. Mientras el otro, que tenía guindando de la misma forma, pero en otra habitación, comenzó a hablar…—Yo, yo no, no conoz-co ca-si al chófer de la camioneta, él me buscó en mí, mi casa, para hacer una vuelta, so-solo de-debía dis-pa-parar una, una gra-granada —contestó él con una voz trémula.—¿En algún momento el chófer pronunció algún nombre? —le preguntó enojado el detective.—¡No, no, ya le dije que no! Solo el del dueño de la casa, un tal Mateo —agregó el delincuente.—¿Algo más que haya mencionado el chófer? —interrogó el detective.—So-solo que-que ha-ría-mos eso, pa, para sa-sacar a
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