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Todos los capítulos de CONTRA VIENTO Y MAREA: Capítulo 91 - Capítulo 100
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CAPÍTULO 91. ¡JESUCRISTO!
Angélica, decidida a llevar a cabo una transformación desde adentro hacia afuera en su cuerpo, mente y espíritu, le solicitó al Capellán, que le ayudará a conocer y llegar a Jesucristo.Este, emocionado de ver como esta ovejita descarriada encontró el camino correcto, le fue asignando cada vez más actividades y la fue educando espiritualmente. Ella, estaba despertando a una vida espiritual como nunca antes lo había hecho.—Me alegro mucho de tus avances y tus cambios Angélica y ¿Qué ha pasado con la tarea asignada de ayudar a tu hermana? ¿Has hablado con ella? ¿Has logrado algo? —interrogó el Capellán.—Sí, he hablado con ella. Sin embargo, está rebelde y terca. No quiere darse cuenta de que fue ella la que se equivocó, sino que sigue empecinada que la culpable es nuestra cuñada —opinó Angélica.—No obstante, no te des por vencida, insiste e insiste y verás en algún momento, el cambio deseado —le aseguró este.—Confío que nuestro Señor Jesucristo, me ayude con sabiduría para cumplir e
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CAPÍTULO 92. ¡PERDÓN!
Mateo sonrió y subió a su camioneta rumbo al aeropuerto y de ahí a El Dorado, donde fue recibido por su propio hermano. Ellos, camino a la clínica, conversaron mucho. Al llegar a esta, fueron directamente a la habitación donde estaba recluida Arantza, pero ella aún no había despertado.Estos, estuvieron esperando dos horas; sin embargo, seguía dormida, así que se fueron a la cárcel. Habiendo conseguido el permiso especial, para esta visita los dos entraron a la sala especial y esperaron por Angélica.Ella, al entrar a la sala se sentía muy avergonzada y apenada con los dos, pero especialmente con Mateo, a quien tanto daño le causó. Esta, no se acercó a sus hermanos, no por rencor, sino por vergüenza.—¡Hola! ¿Qué pasó con Arantza? ¿Por qué están los dos aquí? —interrogó ella, dejando que sus lágrimas corrieran libremente por sus mejillas y con unas ganas inmensas de abrazar a estos, pero sabía que no se merecía esto. Así que con sus manos, secó sus lágrimas.—El capellán habló mucho c
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CAPÍTULO 93. ¡DIVINA!
—Diego, anoche estuvo aquí contigo —respondió Marcos, mirando su Rolex— Me dijo que estaría pendiente de ti. Él fue quien te recibió anoche.—¡Disculpe que los interrumpa! Diego está aquí, él terminó la guardia hace unas horas, pero aún no se ha ido, está en la clínica —aclaró el médico.—¡Gracias, trataré de localizarlo! —comentó Marcos, preocupado sacando su celular para llamarlo.Cuando este le respondió, le informó que se encontraba ahí en la clínica, que le espere unos minutos. Así fue, a los breves minutos llegó Diego acompañado de un joven psicólogo, aproximadamente de la misma edad de ella, para que le ayude.—¡Hola, Mateo! Qué de tiempo sin verte —expresó Diego abrazando a este.—¡Hola, Diego! Tienes razón, que de tiempo sin vernos —saludó y le abrazó, afirmando con un gesto de su cabeza.—¡Hola, Marcos! Me alegra verte. Les presentó al Doctor Mauricio Rincón, psicólogo jefe de la unidad de psicología de la Clínica —refirió él haciendo un gesto con su mano.—Un placer doctor
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CAPÍTULO 94. ¡CONSENTIDA!
Al llegar Mateo al terminal aéreo de Cabimas, lo estaba esperando uno de sus chóferes. Al entrar a la camioneta le saludó muy respetuosamente. Este conversó con él, mientras daba ciertas instrucciones a su asistente por WhatsApp.Él, como CEO de su propia empresa, recibió un reporte detallado de su asistente en Cabimas, a quien le informó sobre su llegada. Sin embargo, le mencionó que no estaría disponible, sino hasta el día siguiente. Solo si se ofrecía algo urgente que lo llamaran.Una vez en la mansión, subió las escaleras de dos en dos. No obstante, antes de llegar a su alcoba entró primero a la habitación de su hijo, quien dormía. Él se acercó, lo besó y lo bendijo, saliendo de ahí sin hacer ruido para que no se despertara.Hasta que, por fin, entró a su alcoba donde lo debía estar esperando su amada Adriana, pero quien al parecer estaba en el baño. Él, llevó la maleta hasta el vestier y se cambió poniéndose una de sus pijamas sin ropa interior.En vista que ella aún no salía de
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CAPÍTULO 95. HORMONAS ALBOROTADAS
Adriana, quiso levantarse de la cama, pero Mateo no lo permitió. Habían prometido que este era el lugar del amor, la reconciliación y la paz, por nada llegarían a esta, enojados. Así que haciendo uso de todas sus herramientas de conquistador, logró borrar de su rostro la rabia.Después, de una segunda tanda de amor y pasión, él se levantó, la tomó en sus brazos, la metió en la ducha y la bañó como si fuera una niña. A él, le fascinaba consentirla. No obstante, ella esa noche casi no pudo dormir.Al día siguiente, Mateo llamó a la ginecóloga narrándole los síntomas que ella presentaba y la mala noche que pasó. La doctora, le sugirió llevarla a la consulta. Una vez que Adriana despertó, Mateo la ayudó a vestir y la llevó al consultorio para que la examinara.Como era una emergencia, al avisar la secretaria que estaban ellos, la doctora los hizo esperar unos minutos mientras terminaba con el paciente que tenía en consulta. Al entrar ellos, de inmediato la examinó y le hizo una ecografía.
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CAPÍTULO 96. BAILE DE PATADITAS...
Ante estas reflexiones, Mateo convencido que era ahí donde debía dormir, preparó todo para ayudar a su mujer a conciliar el sueño y que descansara. A partir del día siguiente, tratará de no salir de la mansión por mucho tiempo, a menos que sea necesario.—¡Mi amor, voy a bajar! Para buscarte una taza con leche caliente para qué duermas tranquilamente —le comentó, dando un beso en su frente.—¡Vale! ¡Pero, no te tardes por favor! Que la niña va a comenzar su baile de pataditas... en el útero de mami y papi debe compartir con ellas esta danza —aseguró ella.—Si mi amor, dile por favor “que me espere” —mencionó él besando el abultado abdomen de su mujer y saliendo de la habitación con una sonrisa de oreja a oreja. Mateo bajó de prisa las escaleras hasta la cocina.—¡Gisela ayúdame, por favor! Necesito una taza con leche caliente, para que Adriana pueda dormir. Y gracias —solicitó él, muy educado.—¡Con gusto señor!En tanto, él respondió una llamada...—¡Hola, Marcos! ¿Cómo has pasado el
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CAPÍTULO 97. LIBERTAD VIGILADA
El psicólogo se despidió de Arantza y se retiró de la habitación con un gesto de reverencia ante ella. Esta quedó pensativa y preguntándose por qué no lo conoció antes, seguro que nada de esto le hubiera pasado. Estaba reflexionando sobre esto, cuando entró su hermano Marcos.—Buenos días, Arantza ¿Cómo te sientes? —preguntó él acercándose a ella abrazando y besando su frente.—¡Bien! Y lista para irme —respondió ella, más tranquila.—¡¿Sí?! ¿A la mansión? —Preguntó Marcos con una amplia sonrisa.—¡Gloria a Dios! —Gritó ella emocionada, abrazando de nuevo a su hermano— ¿Cómo lo conseguiste? ¿Y Angélica? —cuestionó esta.—Con ella hay más protocolos, en todo caso ya le avisé. Por eso me vine para acompañarte junto con el funcionario que será tu custodio en la mansión. A Angélica, la trasladan más tarde. Allá, quedaron dos de los abogados asegurándose que se cumpla hoy mismo, la medida —explicó él para que ella, no perdiera la calma.—¡Dios mío, hermanito! ¡Gracias, gracias! Por todo l
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CAPÍTULO 98. NACIMIENTO DE ABRYL
Don Kelvin, quien había acompañado a Mateo y a Adriana desde la sala de espera de la Clínica, tocó la puerta muy suavemente, lo cual no fue escuchado por ellos. Este, emocionado y ansioso por la espera, los interrumpió, cuando la abrió…—¡Ejem, ejem! —con un carraspeo, hizo que ellos se separaran, quienes sonrieron, al ser sorprendidos por él.—¡Adelante! —anunció Mateo con una sonrisa amplia de felicidad, pero sin moverse de donde estaba sentado para seguir apoyando a Adriana, mientras amamantaba a la bebé.—¡Felicitaciones, a los dos! Es una hermosa princesa —declaró este también emocionado y acercándose a la niña.—¡Gracias, Don Kelvin! —respondió Adriana complacida de ver que estaba ahí, como cuando nació Mateo. Ella, en un acto involuntario se tapó más el seno.Este, colocó sobre una mesita los presentes que había traído para Abryl. Estaba tan feliz, que sentía la necesidad de confesar a Adriana que era su padre. No obstante, sacudió este pensamiento y decidió esperar el momento
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CAPÍTULO 99. SUBIR LA AUTOESTIMA
Y así pasaron esa noche en la clínica, tranquilos. La niña, solo despertaba cuando le tocaba la hora de su comida. Mateo, para estar pendiente de ellas, no durmió. Estuvo, toda la noche en vigilia aun cuando ellos estaban en una suite especial y la cama era amplia.Al siguiente día, los tres salieron de la clínica y los hijos de Marcos hicieron un video para proyectarlo cuando su prima cumpla sus quince años. Al decir esto, todos sonrieron. Marcos, su esposa y sus hijos, estuvieron con ellos, por tres días más.El día que partieron a Ciudad El Dorado, Luisa llegó de visita a la mansión cargada de regalos, tanto para Mateo como para Abryl. Ella, sintiéndose un poco avergonzada, entró con temor. Sin embargo, el recibimiento que le hicieron, rompió el hielo y las dudas que ella pudiera sentir.Mateo, prefirió alejarse y dejar a estas solas, para que conversaran tranquilamente y sobre todo para evitar cualquier malentendido de parte de Adriana, si se acercaba a Luisa. Este, comprendió que
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CAPÍTULO 100. DECEPCIÓN...
Arantza sintió tristeza y pesar al ver al psicólogo Mauricio Rincón, acompañado de una afamada modelo en una de las redes sociales. Esta, lo estaba abrazando y se encontraba apoyada sobre su pecho.Según la fuente, eran una de las parejas más estables en el medio. Ella, de inmediato devolvió el celular a su hermana y solo le dijo:—¡Gracias! A final de cuentas, en ningún momento él me dijo o me dio a entender algo. Fui yo quien se ilusionó —aseveró ella.»Por favor, hermana ¿podrás recordarme mañana para hablar con Marcos y que él se encargue de plantear a Diego, que me busque otro psicólogo? Prefiero alejarme de este.—Sí, hermanita. Nosotras ya no estamos para volver a equivocarnos, creo que será mejor concentrarnos y poner toda nuestra atención en el proyecto que tenemos —agregó Angélica, triste. Le dolía ver el rostro de infelicidad de su hermana. Pero, no podía quedarse callada.—Sí, y por mí no te preocupes, esto no era nada definitivo —respondió Arantza.—Ya sabes cualquier co
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