Leandro observa la hora en su Rolex y comienza a organizar sus papeles para recoger su oficina, está acostumbrado a irse tarde, pero desde ahora comenzará a irse temprano, ¿La razón? Su plan no puede retrasarse. Su puerta es tocada y después de un “pase”, la persona del otro lado, entra. —Señor Suárez, ya me voy, pero paso por aquí para saber si necesita algo de mí… Martina tenía la intención de que su jefe le diera una buena despedida. —Mmm —Él la ve y se lo piensa—, no, gracias, puedes irte. Baja su mirada y a Martina casi le sale humo por las orejas. —Está bien, señor, con permiso. Ella se retira y cierra la puerta, aunque se extraña de que su jefe esté recogiendo a esa hora. No obstante, no le pregunta la razón para no fastidiarlo, sabe que así no se ganará de nuevo a su jefe. En cuanto Leandro termina, sale de la oficina y encuentra a Alba aún en su escritorio, camina con pasos cortos y se detiene en su escritorio. —¿Por qué aún está trabajando? Ya es su
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