Margarita lo besó con suavidad en los labios y él respondió a sus besos dulces con los ojos cerrados, pero, por más que quiso ser un hombre lleno de vigor y duro para ella, no pudo. A veces, su cuerpo no respondía como él quería y se desanimó de sobremanera al entender que, tal vez, él no era el macho que ella tanto necesitaba.—Lo lamento —musitó triste, sin poder mirarla—, primero debo inyectarme —agregó.Ella sonrió y con las uñas, pero sin lastimarlo, le acarició la barba crecida que recubría su mentón. Le besó la punta de la nariz para transmitirle su consuelo, pero no dijo nada, puesto que tampoco anhelaba que él sintiera que le causaba lástima, porque no era así.—Voy &md
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