De pie en el altar y completamente sola, Lidia Valdivieso ardió en rabia y, si bien, su madre, quien apenas se enteraba de sus sucios juegos intentó contenerla, la mujer salió corriendo como loca atolondrada y se subió en su camioneta para escapar de tan incómoda y fea situación.Se había puesto en todos los escenarios posibles, pero, jamás, en el que Lucca la abandonaba, y en el altar, por una paliducha y desabrida secretaria. Aunque algunas personas intentaron detenerla, pues no era correcto que condujera con tanta rabia en el cuerpo, la mujer salió disparada por las calles desiertas y los empleados de Santa Marta se rieron y chismosearon sobre su conducta.El pueblo era pequeño y el infierno que acababa de desatarse seria grande.Lidia condujo sin titubear hasta los viñedos de Santa Marta. Ingresó aun cuando el lugar estaba cerrado para el público y los empleados y solo media docena de guardias resguardaban la zona. Mintió para poder entrar al edificio central y se tomó todas las a
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