Capítulo 57 —Yo también me odioSebastián: Cuando Javier me dijo que Maximiliano, mi mejor amigo, mi hermano, había muerto junto con Natalia, su esposa, sentí que mi estómago se revolvió y, antes de poder seguir escuchando lo que tenía para decirme, tuve que vomitar. Era algo que no concebía, que estuvieran muertos, era algo impensable. Pero no podía darme el lujo de llorar por mucho tiempo, pues tenía que ocuparme de Sabrina, mi ahijada. Esa ni*ña a la cual yo había prometido cuidar y proteger, en caso de que sus padres faltaran, algo que nunca creí que llegara a suceder. Pero ahí estaba, abriendo la puerta de la habitación del hospital, donde la ni*ña se encontraba internada, bajo observación, ya que, por suerte, ella no sufrió lesiones de entidad. Cuando entré a esa sala, mis ojos no daban crédito a lo que veía, una mujer que me era familiar, pues en el fondo sabía que era ella, pero cuando volteó y confirmé que se trataba de Janina, mi corazón empezó a palpitar de manera descontr
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