Todos los capítulos de Esposa de Otro Tiempo: Atada al Villano Rey Alfa: Capítulo 161 - Capítulo 170
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160. El festín de la verdad
Erik, consciente de la desconfianza que su tío Nikolai albergaba hacia su padre Valdimir y de su sospecha de que su madre también estaba siendo controlada por su padre, asumió la responsabilidad de explicar la situación. El joven del futuro representaba, en cierto modo, la versión más imparcial de esa verdad que Nikolai estaba escuchando y que le resultaba tan difícil de creer.Con paciencia y detalle, Erik desentrañó la compleja red de eventos y secretos familiares. Su voz, firme pero siempre comprensiva, llenó el comedor mientras relataba la historia que había sucedido y descubierto en su propia línea temporal. Habló de la maldición de Irina, del plan de sus abuelos para sacrificar a Valdimir, y de cómo los eventos se habían desarrollado de manera diferente a lo que todos creían.Mientras Erik hablaba, Nikolai escuchaba con una mezcla de incredulidad y horror creciente. Su rostro, normalmente lleno de altivez y orgullo, se contorsionaba con cada nueva revelación. Sus ojos color ámbar
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161. Tiempo de descanso
Para ese momento, el aire en el comedor real se impregnaba con el aroma persistente de los manjares que estuvieron en la mesa, mientras los sirvientes se movían con gracia recogiendo los platos sucios de la suntuosa cena. La luz ambarina de las velas danzaba sobre las paredes de piedra, creando sombras que parecían cobrar vida propia en los rincones del salón.Valdimir, el imponente Rey Lobo, se levantó de la silla con sus ojos penetrantes fijos en Nikolai. Sin perder más tiempo, él le dijo sin rodeos a su hermano mayor:—Nikolai, confío en que no aprovecharás esta oportunidad para escapar —declaró, con cada palabra llena de autoridad y una pizca de desafío.Nikolai, sin dejarse intimidar, alzó la mirada. Sus ojos, dos brasas color ámbar en un rostro que parecía tallado en mármol, se encontraron con los de Valdimir. De inmediato, una sonrisa torcida se dibujó en sus labios antes de responder:—¿Escapar? —repitió con un deje de ironía—. No tengo intención de ir a ninguna parte, Valdimir
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162. Revelaciones en el palacio detenido
El castillo, sumido en un silencio sobrenatural, se alzaba como un gigante de piedra dormido. En sus pasillos y rincones el tiempo se había detenido, creando un mundo de estatuas vivientes y momentos congelados. En medio de este lienzo inmóvil, Valdimir y Aelina se movían con suma tranquilidad, con sus figuras envueltas en un suave resplandor que los distinguía del resto del mundo paralizado.Luego de oír la propuesta de su esposa, Valdimir exhaló pesadamente, cediendo ante la curiosidad insaciable de Aelina. Sus ojos color ámbar, recorrieron los corredores desiertos antes de posarse en Aelina. Con un gesto espontaneo y galante, el Rey Lobo guio a su reina por los pasillos congelados del castillo. Sus pasos en ese instante hacían un audible eco gracias al silencio antinatural que los rodeaba, creando un ritmo inquietante que marcaba su avance.Sin perder el tiempo que tenían de sobra, el agudo olfato de Valdimir los llevó hasta el área de las habitaciones de servicio que era donde Erik
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163. La voz interior
—Cuando nuestro Erik nazca dentro de un año —esa era Aelina con sus ojos brillando con la anticipación de ese futuro—, el Erik del futuro, ese que dejamos durmiendo allá, se quedará con nosotros. Será como tener gemelos, pero con casi 17 años de diferencia.Valdimir entrecerró los ojos, con su mente aguda procesando la complejidad de su situación. Tenían un solo hijo, pero debido a la convergencia de las líneas temporales, ese mismo hijo existía en dos versiones distintas. Era un concepto que desafiaba la lógica, y, sin embargo, era su realidad.—Nuestra situación es bastante complicada —admitió Valdimir con una sonrisa torcida curvando sus labios—. Parece que ni siquiera en esto podemos hacer las cosas de manera convencional.Aelina no pudo contener una risa que mitigó cuando se cubrió la boca con una de sus manos. El sonido risueño pareció rebotar en las paredes del pasillo congelado, llenando el aire con una alegría que parecía fuera de lugar en aquel sombrío entorno.—Supongo que s
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164. Amor detenido en el tiempo
Luego de visitar a su hijo Erik, Valdimir y Aelina se dirigieron a sus aposentos, conforme caminaban sentían como el ambiente que los rodeaba estaba lleno del deseo que los dos no podían contener. En ese momento, la luz de la luna se filtraba por los ventanales, bañando el pasillo en un resplandor plateado que realzaba la belleza delicada de Aelina.Cuando llegaron al aposento real, el Rey Lobo observó cómo su amada estaba a punto de restaurar el flujo temporal. Sus ojos ámbar brillaron con intensidad mientras le susurraba con voz ronca y seductora:—Espera… hagamos el amor con el tiempo detenido —pidió Valdimir, con sus palabras llenas de promesas sensuales.Las mejillas de Aelina se tiñeron de un delicado carmesí, con su piel luminosa resplandeciendo aún más bajo el influjo de su magia. Con voz temblorosa por la excitación, explicó:—No sé si se pueda… Durante todo este momento no te he soltado la mano, Valdimir. Si llegara a soltarse por un instante, formarías parte del tiempo deten
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165. Obligándose a regresar a la realidad
En la penumbra de la habitación real, iluminada únicamente por el suave resplandor de los candelabros y la chimenea, Aelina y Valdimir yacían entrelazados, con sus cuerpos aún encendidos por la pasión compartida. El tiempo, obediente a los poderes de Aelina, permanecía suspendido en aquel limbo etéreo, permitiéndoles saborear cada instante de su unión como si fuera eterno.La piel de Aelina, tersa y pálida como la leche, contrastaba con la tez color canela de Valdimir. Sus respiraciones, acompasadas y profundas, eran el único sonido que rompía el silencio sobrenatural que los envolvía. El aroma a sándalo y lavanda flotaba en el aire, mezclándose con el inconfundible olor a amor y deseo que brotaba de sus cuerpos.Valdimir acariciaba con ternura el cabello color ébano de Aelina, con sus dedos perdiéndose entre los sedosos mechones. Cada fibra de su ser anhelaba que ese momento se extendiera por siempre, deseando congelar ese instante de perfecta comunión entre sus almas. Sin embargo, en
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166. Un equipo no tan unido
Sin perder más tiempo, la pareja real se dedicó a completar su aseo, cada uno perdido en sus propios pensamientos sobre lo que les aguardaba dentro de poco.Una vez fuera del baño, Aelina se dirigió hacia el amplio guardarropa, ahí los sirvientes habían guardado la ropa de invierno que su Rey les había pedido, se trataba de un elegante vestido de invierno, confeccionado con la más fina lana de las ovejas de las Montañas del Norte. El vestido, de un profundo color azul medianoche, estaba adornado con intrincados bordados en hilo de plata que representaban constelaciones y símbolos decorativos.Con meticuloso cuidado, Aelina se enfundó en unas medias de lana y calzó unas botas altas de cuero, diseñadas especialmente para soportar las condiciones más adversas. A continuación, procedió a colocarse el armador, una prenda que le brindaba no solo soporte físico, sino también una sensación de seguridad psicológica.Por último, Aelina se ajustó el corsé y ya estaba prácticamente lista. Mientras
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167. Juntos en El Vacío
Con una mezcla de aprensión y deseos por hacer las cosas bien, los cuatro integrantes de esta inusual expedición siguieron las instrucciones de Erik al pie de la letra. La cadena de lobos y humana, forjada no solo por el contacto físico sino por los lazos invisibles del destino y la sangre, se completó con Nikolai tomando reluctantemente la mano de su hermano, Valdimir.Erik, con la concentración grabada en cada línea de su rostro juvenil, extendió su mano libre hacia la superficie del espejo. Al momento del contacto, el artefacto mágico cobró vida. La superficie, antes sólida y reflectante, comenzó a ondular como si fuera mercurio líquido, emitiendo destellos de colores que no tenían nombre en ninguna lengua mortal.—No se suelten las manos bajo ninguna circunstancia —advirtió Erik, su voz llena de una gravedad que contrastaba con su apariencia joven—. Si se rompe la conexión, podrían perderse en las rendijas que están entre el medio de El Vacío y este mundo para siempre.Sin dar tiem
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168. Viaje en El Vacío
Aelina, montada sobre el imponente lomo de Valdimir, junto a Nikolai y Erik, avanzaba a través del desolado páramo conocido como El Vacío. Los tres lobos, que eran criaturas majestuosas y poderosas, corrían a toda velocidad, con Erik liderando el grupo y guiándolos por aquel terreno traicionero.Durante el trayecto, la joven reina no podía evitar que sus ojos vagaran de un lado a otro, absorbiendo la desolación que los rodeaba. Con cada paso, se hacía más evidente que aquel lugar, ahora reducido a ruinas y sombras, alguna vez había sido un reino magnífico. Aelina observaba con una mezcla de fascinación y horror las estructuras que aún se mantenían en pie: columnas solitarias que se alzaban hacia un cielo eternamente gris, torsos decapitados de estatuas que alguna vez representaron grandeza, y arcos de entrada que ahora no conducían a ninguna parte.La imaginación de Aelina volaba, recreando en su mente la gloria pasada de aquel reino o, quizás, mundo entero. Casi podía ver las calles b
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169. El castillo de la reina
Mientras el grupo de Aelina, Valdimir, Nikolai y Erik avanzaba por el inhóspito terreno de El Vacío, lidiando con su propia oscuridad interna y los peligros del camino, una figura sombría observaba sus movimientos desde la distancia. En el corazón de aquel reino desolado, en un palacio en ruinas que se alzaba como un monumento a la decadencia, Irina aguardaba con impaciencia.El palacio, antes símbolo de grandeza y poder, ahora se erguía como una estructura fantasmagórica, con sus muros agrietados y torres derruidas, siendo un testimonio silencioso del paso del tiempo y la corrupción de la Sombra Voraz. Este lugar se había convertido en el hogar de Irina durante los últimos tres años, un refugio que, aunque desolado, le proporcionaba un extraño confort.Irina recorría los pasillos vacíos del palacio, mientras sus pasos se hacían escuchar con fuerza en el silencio sepulcral. Sus ojos, de un hermoso tono ámbar característico de la familia real de Kolgrim, escudriñaban cada rincón del rei
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