Val camino dentro de mi departamento con seguridad, como si lo conociera de memoria, abrió la puerta de mi habitación, llegó a la cama y me arrojó con fuerza sobre está, no tuve tiempo de reacción cuando Val subió sobre mi colocando mis manos atadas por arriba de mi cabeza. Me observo con atención, aquellos ojos de jade que tantos suspiros me habían sacado de volvió oscuros, temibles y decididos, decididos a matarme. Mis lágrimas amenazaban con jamas detenerse, mientras que mi cuerpo se negaba a responder, estaba petrificada, del pánico. Dijo que después de terminal le hablaría a esos hombres, de terminar que, de matarme, se torturarme. Mi cabeza viajaba a mil por hora al igual que mi corazón, mi pecho ardía, mi garganta se secaba, todo se volvía oscuro y borroso por momentos y cuando se aclaraba él aparecía de nuevo, mirándome con odio, con un deseo extraño, como si quisiera arrancarme los ojos, romperme el cuello, hacerme algo que solo un psicópata como el podía lograr. Me sostuvo
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