Olaia aguantó mucho, pero ya no pudo más. Me arrebató el celular de las manos con toda la furia, a pesar de estar enferma. Luego empezó a interrogar a Ania con una serie de palabras:—¡Ania Romero! ¿Por qué no te miras un poco en el espejo? ¡Tienes la palabra "amante" marcada en tu rostro! Y tú, Marc Romero, ¿qué clase de loco eres?Al escuchar eso, mi corazón dio un vuelco. Antes de que siguiera, colgué el teléfono de un jalón.Olaia aún no terminaba de maldecir, bien enojada: —¿Por qué colgaste? ¡Voy a dejar a esos perros muertos en vida!—Tranquila, tranquila.Yo, que me sentía tan frustrada, también me calmé un poco. Le serví un vaso con agua caliente a Olaia. —En realidad, que Marc le haga caso, tampoco está tan mal. Después del divorcio, todos estarán más aliviados —le dije a Olaia.En la situación actual, el divorcio sería la mejor opción para ambos.—¿Estás de acuerdo con eso?Olaia se tomó un gran trago de agua, pero entre más lo hacía, más se enojaba:—Apoyo tu divorcio, pe
Leer más