Me tomó por sorpresa y me quedé paralizada por un momento. Instintivamente, echó un vistazo a Marc. Su expresión seguía siendo la misma, con ojos y cejas suaves, rodeándome entre sus brazos. Era cierto que no parecíamos venir a divorciarnos. El piso del vestíbulo estaba seco. Suavemente me solté de su agarre, le respondí: —No, venimos a tramitar el divorcio—Ah...El empleado se veía un tanto triste. —Formar un matrimonio no es nada fácil, y se nota que su relación sigue muy buena, ¿por qué quieren divorciarse? El divorcio no es cosa menor, no se apresuren en tomar decisión. Una vez que haya una grieta en la relación, es muy difícil volver al estado del principio.Bajé la mirada y, resignada, le expliqué:—Quizá tiene el orden al revés, la grieta no sería causada por el divorcio, sino que el divorcio es el resultado de las grietas irremediables. A menos que no haya otra opción, hay pocas parejas que realmente quieran divorciarse.Al ver la situación, el empleado ya no insistió:—Ya
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