Se sorprendió un poco:—¿Cómo lo supiste?Dado que el matrimonio había llegado a su fin, ya no tenía por qué ser tímida, por lo que le respondí con sinceridad: —Ese día, escuché tu conversación con el abuelo en la oficina. También escuché cuando admitiste que ya no sientes nada por mí. En realidad, quizás este matrimonio ha sido un error desde el inicio—No, no es así —casi con urgencia, negó y frunció el ceño, tratando de explicármelo—. Lo que admití no fue eso, me malinterpretaste... No tenía prisa por discutir, solo lo miraba en silencio y esbocé una leve sonrisa:—¿Entonces me amaste alguna vez?Hubo un instante de perplejidad en el hombre. Esta pregunta parecía ser realmente difícil para él. —Delia…—Deja de explicar más. Solo harás que me vea tonta —forcé una sonrisa fingiéndome despreocupada—. Pídele a Rodrigo que te envíe el acuerdo que te di aquel día. En el futuro, te casarás con otra persona, así que no es apropiado que yo lo tenga estas acciones...De repente, me interru
—¿Tan asustada de que me arrepienta? —su voz sonaba apagada—: Pero, me aterroriza más que me trates como a un desconocido.El aire a mi alrededor estaba frío, pero su abrazo tenía la misma calidez de antaño, era acogedor.Sus palabras me dejaron perpleja.Cuando volví en mí, él ya había abierto la puerta del auto. Después de que me subí, se alejaba sin mirar atrás. A través de la lluvia, distinguí su erguida espalda empapada por las gotas. Sentía como si hubiera miles de hormigas que me carcomían mi corazón, haciéndolo cada vez más vacío.Resulta que terminar un matrimonio es tan sencillo. Con media hora en la oficina civil, basta con entregarles uno documentos y firmarlos... Un mes después, cuando ambos llegan a un acuerdo y obtendrán el certificado de divorcio. Después de eso, todo lo demás se acabaría… Aquel antaño de compartir la misma cama, de sostenerse mutuamente, parecía solo un sueño. Claro, siempre y cuando Marc cumpliera su palabra de divorciarse de mí como había dicho.***
—¡Señora! Por favor, venga rápidamente a la mansión, ¡el viejo señor está que echa chispas y quiere golpear al joven amo! ¡Usted es la única que puede calmarlo! —dijo Manuel muy preocupado.—¿Qué?Casi al escuchar la primera parte, me paré de un brinco. Agarré mi abrigo y salí corriendo.No era que me preocupaba por Marc, aunque el abuelo también tiene otros nietos, Marc había sido el más consentido para él. Aunque también le daba buenos jalones de orejas, no lo iba a lastimar de gravedad.Lo que me hizo preocupada era la salud del abuelo. Sería mejor no hacerlo enojar demasiado, podría pasarle algo. El tono alarmado del Manuel significaba que la cosa ya estaba seria.Manuel me dijo: —¡Tiene que venir a ver en persona para que entienda!Aunque tenía mis dudas, cuando llegué a la mansión, me quedé boquiabierta.En el estudio, el impecable Marc estaba de rodillas en el piso, molido a golpes hasta no poder levantarse, con las venas de la frente resaltadas por el dolor, apenas sosteniéndo
Aunque ya no quería seguir con este matrimonio con Marc, al escuchar al abuelo defenderme con tanta firmeza, todavía sentí una calidez en el corazón. Marc frunció el ceño y dijo: —Es cierto que le fallé a Delia, pero nunca pensé en casarme con otra mujer.—¿Nunca lo pensaste? ¿Entonces cómo es que Delia terminó divorciada de ti? ¿Acaso no fue porque tú la hiciste perder la esperanza por completo?Aparentemente, el abuelo no creyó ni una palabra suya.Marc se recargó en el escritorio y se levantó con cuidado, mientras le decía:—No he mentido. Pero dada la situación de Ania, no puedo desatenderla, después de todo está embarazada.—¡Vaya que eres un alma caritativa! —dijo el abuelo furioso y le aventó una taza de té.Él no se movió, y recibió el golpe de lleno. Pronto comenzó a salirle sangre de la frente. Aún así, su expresión no cambió en absoluto, y le dijo con seriedad.—Le hice una promesa a su madre de que cuidaría bien de ella.—¿Y qué hay de Delia? Los rumores y chismes ya han
Aunque normalmente no habitábamos la antigua mansión, los sirvientes siempre mantenían la habitación impecable y reluciente, sin ni una pizca de suciedad. Incluso las sábanas y fundas de las almohadas se cambiaban cada tres días.En el cabecero de la cama aún había una foto de boda con un toque vintage que solo un fotógrafo de alto nivel podría lograr, sin rastro alguno de edición.Cuando Marc se sentó en la cama, intenté retirar mi muñeca, pero él la sujetó con firmeza, frunciendo el ceño. —Aún no nos hemos divorciado del todo, ¿ni siquiera puedo pedirte que me atiendas un poco?Me quedé sin saber qué hacer…—Iré a buscar el botiquín, ¿o con qué debo aplicarte? —cedí sin más remedio. Él me soltó entonces, diciéndome:—Vale.Saqué el botiquín de un cajón y tomé el yodo y la pomada, luego volví a colocarme frente a él.La herida en su frente se veía terrible. Con cuidado, le sujeté la nuca con una mano mientras le limpiaba la sangre con la otra.El abuelo sí que le había dado duro, p
Me quedé sin aliento al instante. Una sensación indescriptible me invadió por completo.Este anillo, era nuestro anillo de bodas…Cuando nos casamos, aunque a él no le importaba mucho, el abuelo me había dado casi todo lo mejor: una dote millonaria, una casa lujosa y un par de anillos de bodas diseñados a la medida por un joyero de primera. Después, le di la dote a mi tía, como agradecimiento por haberme criado. Y la casa, pues ya no era mi hogar. Lo único que me acompañaba día a día solo quedaba este anillo.Cuando recién nos casamos, lo llevaba con orgullo en mi dedo anular. Pero cuando Marc se enteró de que yo también trabajaba en el Grupo Romero, me pidió que lo mantuviera en un perfil bajo. Así que ese mismo día, lo quité de mi dedo y lo colgué de un collar fino en mi cuello. Y así pasaron tres años enteros.Lo que antes me llenaba de alegría, ahora se había convertido en una burla silenciosa. Yo, al igual que este anillo, era algo que Marc no quería que el público viera. Me reí c
Sonríe suavemente:—Mientras no sea como tú, todo estará bien.Una expresión de tristeza cruzó su rostro.—¿Soy tan malo a tus ojos?—No, no es para tanto. Esos que golpean a sus esposas, se drogan y juegan, son mucho peores que tú.—Delia…Su rostro se oscurece, justo cuando estaba a punto de hablar, alguien tocó la puerta, acompañado por la voz clara de Ania:—Marc, voy a entrar.Antes de que alguien pudiera responderle, la puerta ya se abrió y ella entró.—Marc, vine a limpiarte...Su voz se detuvo abruptamente al verme, y su sonrisa se congeló.Le dije a Marc con tranquilidad:—Me voy primero.—Delia —habló Ania con amabilidad aparentemente fingida—, ya que se han divorciado, debería actuar como tal. No te malentiendas, solo tengo miedo de que si alguien se entera, pueda afectar tu reputación.—¿Ni siquiera nos han emitido el certificado de divorcio y tú ya has anunciado nuestro divorcio por tu cuenta?Realmente no pude contenerme más y seguía diciendo con indiferencia:—Mi reputac
Ya que el abuelo ya entendió mis dudas, asentí directamente con la cabeza dejando de lado mis preocupaciones. Le respondí:—Exacto.Él levantó la mano, indicándole a Manuel que le trajera algo.Era un desgastado expediente médico. Lo tomé y mi corazón se estrujó como si una mano invisible lo apretara.Era los registros de la infancia de Marc. Había visitado al psicólogo durante muchos años...Levanté la mirada aturdida, sin poder creer lo que había visto. Ese genio inigualable en los ojos de los demás era paciente frecuente de psicología…Me tomó un rato recobrar el hilo de mis pensamientos. Moví los labios por sorpresa:—¿Por qué él...?Sin embargo, rápidamente lo entendí: era huérfano desde el nacimiento, su papá se fue con otra mujer, dejando la familia patas arriba y solo le daba cariño a la hijastra. Crecido en un entorno familiar así, era muy natural tener problemas psicológicos.—Durante todos estos años, también he pensado en contarle la verdad… —suspiró el abuelo con un destel