Marina se quedó mirando la espalda de Hugo por un rato. La figura delgada y frágil de él mostraba a un hombre discapacitado que había mantenido toda la familia durante años, lo cual algo era realmente intimidante.—Señor, la hemos traído.En ese preciso momento, un guardaespaldas vestido de negro llegó con una mujer muy atractiva. Marina se hizo a un lado, fingiendo tomar el vino, como si estuviera esperando el espectáculo.La mujer, al ver a Hugo, adoptó una expresión tímida, con un sutil toque de seducción en sus ojos. Marina recordaba que, hacía un momento, esa misma mujer había intentado acercarse a Alejandro, pero él la había rechazado por completo.—Señor García, ¿para qué me ha llamado? La voz de la mujer se volvió más suave, provocando una sensación de debilidad en quien la escuchaba. Marina no pudo evitar echar un ligero vistazo. La mujer estaba prácticamente pegada a Hugo, quien permanecía impasible, con una leve sonrisa en el rostro. Sin embargo, esa sonrisa tenía un cierto
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