Sergio había regresado temprano. Al ver a Marina, Carmen se adelantó con entusiasmo para recibirla:—Señora, ¿cómo le fue en la reunión?—¿Reunión?Marina echó un vistazo a Sergio, que estaba sentado en el sofá del salón leyendo el periódico. Así que era esa la mentira que él había contado.Marina sonrió y dijo: —La reunión estuvo bastante bien.—En realidad, el señor debería haberla traído de regreso. Es muy peligroso andar por ahí sola por la noche.—No te preocupes, él me dejó el carro.Hoy, cuando salió del centro comercial, se llevó el carro con el que Sergio había venido. Solo pensar en cómo Sergio, que siempre tenía un conductor privado a su disposición, tuvo que tomar un taxi de regreso a casa, le hizo sentir que se había desquitado un poco.—Carmen, si no hay nada más, puede irse a casa. Tenemos algunos asuntos que atender esta noche.Sergio echó un vistazo a Marina, y el “algunos asuntos” en sus palabras de repente cambió de tono.Carmen, contenta, dijo: —Muy bien, voy a re
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