—Háblame en español —Diana me lanzó una mirada exasperada.—Solo digo que, sin pruebas contundentes para meter a Hugo en la cárcel, debo ser paciente…—Sí, tienes razón —Diana reflexionó—, pero si seguimos así, ¿cuándo terminaremos? No es bueno alargar esto demasiado. Cuanto más tiempo pase, más posibilidades hay de cometer errores.—No lo sé —respondí con desánimo—, iremos viendo sobre la marcha.—Creo que Hugo no aguantará mucho tiempo. Esa mujer está tan desesperada que hasta vino al hospital. Seguro que Hugo está ansioso por deshacerse de ti, —dijo Diana, frunciendo el ceño, su rostro hermoso marcado por la preocupación—. Sofía, por favor, ten mucho cuidado. Si notas cualquier cosa rara con Hugo, avísame de inmediato. No vayas a enfrentarlo sola.—Lo sé. Oscar me lo ha dicho muchas veces: la ley requiere pruebas. Encontraré pruebas contundentes para que Hugo pague por sus crímenes. —Pensé en Oscar, a quien Diana me había presentado—. Gracias, Diana. Si no fuera por tus contactos, n
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