Francisco, sentado en el inodoro, esperaba al secretario. Se demoró más de dos minutos en llegar con él y la paciencia ya comenzaba a colmársele. Tenían que hacer eso lo antes posible, rápido, antes de que cualquier persona se diera cuenta.Cuando la puerta se abrió, Ismael susurró en el baño:— ¿Francisco? — preguntó— Aquí estoy, en el cubículo.Cuando el joven abrió la puerta, lo miró extrañado, de pies a cabeza. — Ok, esto es muy extraño — comentó. Francisco le apartó la mirada del ojo golpeado, sintiéndose avergonzado por eso. — Necesito un favor muy grande de ti. Quiero que entres por ese conducto y que te arrastres hasta la oficina de Luciano.Ismael miró el conducto y luego al policía. — Evidentemente eso no lo voy a hacer. ¿Por qué haría algo como eso?El policía suspiró, se acercó hacia él y lo tomó por los hombros. — Confía en mí, es una misión importante que tenemos, Alfonso y yo...— ¿Así que de eso se tratan todas estas salidas misteriosas? ¿para espiar el vicepresi
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