A punto de irme de la oficina, esperaba a Damon en el estacionamiento. Sin embargo, me detuve cuando Maxon me sujetó del brazo. No había dejado de acosarme durante los últimos meses. Sabía que no le debía nada a mi esposo, Damon, porque se armaría una gran pelea, y era lo último que deseaba. —Cada día estás más hermosa, mi amor—, dijo Maxon. —Déjame en paz, Maxon—, le respondí, tratando de mantener la calma mientras me soltaba de su agarre. —No quiero problemas. Maxon esbozó una sonrisa burlona. —Sabes que no me rindo fácilmente. —¡Déjame en paz de una m*****a vez, Maxon!— le grité, harta de su acoso constante. —Jamás me rendiré contigo, Luz Marina. Eres mi mujer y la madre de mis hijas—, respondió con un tono desafiante. Él me entregó un sobre manila. —¿Qué es esto, Maxon?— pregunté, con el corazón acelerado y una mezcla de ira y miedo. —Es una orden para realizarme una prueba de ADN cuando las gemelas nazcan—, dijo, con una sonrisa triunfante. Sentí que el suelo se
Leer más