A Rebeca la noticia no le cayó ni bien ni mal, navegaba entre dos aguas, no había llegado a un mal acuerdo con su marido, todo lo contrario, con el divorcio se llevaría un buen pico, una mansión y una pensión de por vida, tendría dinero y libertad. La Rebeca de cuatro años atrás no habría dudado. Pero algo había cambiado en ella durante ese tiempo, se cansó de pasar de mano en mano, a cuál peor. Además, ya no era una jovencita, había cumplido treinta y cinco años, no le apetecía demasiado salir al mercado a pescar marido, y tener que pelearse con jóvenes infinitamente más guapas que ella. Y si en lugar de buscar marido se compraba un amante eso siempre resultaba caro. En cambio, con Daniel lo tenía todo, ella ya tenía un marido rico, con poder y prestigio, que aparte de ser guapo, sexy y buen amante era un esposo complaciente. No, decididamente no pensaba divorciarse. Además, se lo estaba pasando en grande fastidiando a Débora, y quizá, ¿Por qué no? A lo mejor la muchachita se cansab
Leer más