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Todos los capítulos de Enamorada de mi cuñado Duque: Capítulo 91 - Capítulo 100
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Capítulo 90. ¡Es mi hijo!
—Te pregunté: ¿qué pasa? ¿Por qué el niño llora de esa manera? ¿Está enfermo?—No, señor, solo extraña a su madre. He tratado de dormirlo sin lograrlo, quizás tiene algún malestar.Sin hacer más preguntas, Maxwell se soltó de Aurora bruscamente y se dirigió hacia el bebé, cuyo rostro estaba enrojecido por el llanto.—Permítame —solicitó Maxwell con una dulzura que le era ajena. Nunca había tenido interés en sostener a un niño, pero al extender sus brazos para acogerlo, el pequeño se calmó. Puesto que el contacto con unos brazos desconocidos pareció tranquilizarlo.—Pequeño, parece que te caigo bien —le susurró Maxwell al bebé, meciéndolo entre sus brazos y observando lo diminuto y frágil que era el ser que tanto ruido hacía con su llanto—. Eres un revoltoso, parece que tienes un fuerte carácter —dijo sonriendo de nuevo.—Dime, ¿dónde está la madre del niño? ¡Cómo puede dejarlo llorar así sin consuelo! — le preguntó Maxwell a la empleada, quien temblaba con la cabeza gacha.—La señora
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Capítulo 91. ¡El dolor del engaño!
La sonrisa de Nicholas desapareció y empezó a toser, agarrando el vaso de Maxwell para beber todo su contenido de un solo trago.—Yo... no lo sé, Max. ¿Por qué preguntas eso? ¿Tienes dudas? —preguntó nervioso, esquivando la mirada de Maxwell.Maxwell permaneció impasible.En ese instante, Benjamín, con aire arrogante, entró abruptamente en la habitación.—¡Vaya, qué presuntuoso eres! Llegas y ya me mandas a llamar como si fuera tu subordinado.—Siéntate, Benjamín —indicó Maxwell sin mirarlo, señalando con impaciencia la silla vacía frente a él.—¿Quién te crees para ordenarme? —replicó Benjamín con desdén.Maxwell, ignorando la queja, deslizó una carpeta y un bolígrafo hacia él.Benjamín, movido por la curiosidad, examinó el contenido y, después de leerlo, golpeó el escritorio con furia.—¡Qué diablos es esto! ¡Infeliz! —bramó, mirando a Maxwell con furia, y con el rostro rojo de ira.—Firma, o enviaré estas pruebas a las autoridades. Haré que te encierren por malversación y robo de i
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Capítulo 92. Tu nueva faceta enamora. 
Valentina le dedicó una mirada fría y decidida.—Nunca cambiaría a mi marido por ti. No niego que mi inmadurez me instó a quererte, pero ahora te aborrezco. Ignórame, haz cuenta de que no nos conocemos, por favor.Tan pronto como Valentina llegó a su aposento, una empleada del servicio que se encontraba haciendo la limpieza le informó que Evelyn la quería ver.Al entrar al invernadero, cálido y lleno de plantas exóticas y flores de todos los colores, Evelyn le pidió que la ayudara a replantar las flores. Valentina, sin dudarlo, se colocó los guantes, sintiendo el suelo fresco entre sus dedos.—¿Quería verme, señora Evelyn? —preguntó Valentina, con voz suave mientras trabajaba.Evelyn asintió.—Te pedí que le hicieras la prueba de ADN a mi nieto, y no es por eso que te llamo esta vez. Valentina, he intentado no ser severa contigo, aunque tendría motivos para serlo. Me caes bien y no entiendo por qué, en lo más profundo de mi corazón, deseo que tengas una razón que explique tu error, au
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Capítulo 93. Dramón familiar.
—¡Maxwell, no lo hagas!—le advirtió, pero él la ignoró, haciendo una señal al mayordomo.—Pida a todos los que no sean miembros de esta familia que salgan del salón. Quiero hablar algo privado —demandó Maxwell con dureza, dejando de lado su impecable educación. Tanto los empleados como el novio de Olivia salieron.Ethan estaba con el pulso a mil. Sabía que su hermano iba a revelar lo de Valentina, y aunque podía fingir estar molesto, también podía simular perdonar a su esposa en nombre del amor que supuestamente tenían y también podría usar al bebé. Sin embargo, escuchar que Maxwell dijo que amaba a Valentina hizo que se cuestionara. Podría seguir siendo egoísta y solo esperar para tomar su parte de la herencia, sin embargo, justo quería su dinero para irse y no lastimar a sus hermanos y madre. Pero al saber que su mentira estaba haciendo más daño, lo carcomía por dentro.—¿Quieres que me divorcie de Valentina? —Su voz salió apenas audible, y tanto Evelyn como Aurora, Amalia y Benj
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Capítulo 94. Como una pesadilla.
—¡Basta de discusiones! —exclamó Maxwell con exasperación—. Aurora, es tarde, debes irte.Aurora, avergonzada, dejó caer su mandíbula inferior y para disimular su desconcierto se alisó unos mechones de cabello imaginarios detrás de la oreja.—Olivia, lleva a nuestra madre a su habitación —ordenó Maxwell, alejándose rápidamente del lugar, como si quisiera escapar.Al día siguiente, solo Benjamín y Amalia se presentaron al desayuno. Comieron placenteramente, conversando sobre cómo sacar provecho de los eventos del día anterior.—Lástima que no agarré mi celular en el momento preciso para grabar todo. Te dije que tu hermano menor era gay. ¡Viste que siempre tuve razón! —Ciertamente, la tenías. Ethan es un sinvergüenza. No lo llames más mi hermano. Anoche quise partirle la cara, pero me contuve porque el señor robótico debe resolver sus propios problemas. Se proclama líder de la familia y no puede manejar a la oportunista de Olivia ni al inútil de Ethan —parloteó Benjamín con desdén.Jus
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Capítulo 95. Dos opciones.
Valentina esperaba en el estacionamiento con el corazón en un puño, mientras observaba el horizonte en busca del taxi que había solicitado.Ethan le había propuesto llevarla a casa de su prima, pero ella no se lo permitió. Evelyn estaba mal, y no quería alejar a su amigo ni un segundo de su madre. Entendía que él también tenía sus problemas; lo vio cabizbajo y sabía que estaba triste porque sus hermanos parecían evitarlo.—Ina, todavía creo que deberías hablar con Maxwell antes de marcharte. Oliver es su hijo, pase lo que pase —le sugirió Olivia, de pie junto a ella con el bebé en brazos.Valentina se volteó ligeramente, esforzándose por contener las lágrimas que ardían detrás de sus párpados. Sentía que derramarlas la haría parecer patética y deseaba marcharse de ese lugar con dignidad y sin soltar ni una sola lágrima.—No me rebajaré. Estoy convencida de que ese monstruo cree que Oliver es hijo de otro. Aurora, en complicidad con Joshua, me acusó falsamente y él no tuvo la decencia
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Capítulo 96. Mentiras y lamentos.
Ethan entró de golpe en la habitación, golpeando su teléfono contra la palma de su mano derecha, y encontró a Maxwell recostado en su cama king size, con los ojos cerrados como si la perturbación no le afectara en absoluto.—¿Qué necesitas, Ethan? —preguntó Maxwell, sin abrir los ojos, desprendiendo una total indiferencia.Ethan, con el ceño marcado y los ojos llameantes de ira, se acercó a la cama.—¿Cuáles son tus intenciones, Max? Vale me contó que la estás forzando a quedarse en uno de tus apartamentos. Sé que no crees que Oliver es tu hijo, pero callas y aprovechas la situación para controlar a mi amiga. Es evidente en tu mirada y en tus actos que te satisface imponerte sobre ella, manipulándola a través del niño. Jamás pensé que fueras tan maquiavélico —le reprochó Ethan con vehemencia.Maxwell tomó una profunda respiración, abrió los ojos con lentitud y se incorporó en la cama serenamente, aunque la sonrisa torcida en sus labios delataba su satisfacción interior.—¿Ella te llam
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Capítulo 97. Primera lección para el duque autoritario.
Como padre primerizo, se llenaba de emoción. Con cuidado de no dejarlo caer, lo sostuvo en brazos, aunque se le complicó un poco. El pequeño cuerpo del bebé le pareció aún muy frágil y no fue tan fácil como cuando la enfermera se lo entregó, pero el bebé cesó su llanto. Fue entonces cuando oyó el sonido del agua de la ducha.—Parece que la cama no te gusta, eres muy pequeño para tener caprichos —dijo con una voz dulcificada, meciendo al bebé y sonriendo con ternura. Sin embargo, al encontrarse con la mirada de Valentina, alarmada y con una bata de baño mal amarrada, su expresión se tornó seria.—¿No sabes tocar la puerta? ¿Me obligaste a quedarme aquí para esto? ¿No vas a respetar mi privacidad ahora? ¿Crees que te pertenezco por tener un hijo tuyo? —exclamó ella, ajustando el nudo de su bata con indignación.—¿Acaso tienes los oídos tapados? El bebé lloraba desconsoladamente y tú no oías nada. Déjame aclararte que no me interesas tú, solo el bebé. Es mi hijo, así que sí, me pertenece
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Capítulo 98. Escándalo malintencionado.
Maxwell ingresó al vestíbulo con los pensamientos divididos entre la reciente confrontación con Valentina y las responsabilidades que lo aguardaban. Cuando de repente, Aurora emergió del salón principal como un vendaval, y sin previo aviso, estampó sus labios contra los de él, apretando su cuerpo contra el de él con desesperación. Sorprendido, Maxwell se tensó y, con firmeza, fijo sus manos fuertes sobre los hombros desnudos Aurora.—¿Qué haces aquí a esta hora de la noche? —preguntó con hastío, tratando de no desquitarse con ella del enojo que sentía hacia Valentina.Aurora simuló estar ofendida.—Solo quería verte, y me llevé la sorpresa de no encontrarte —respondió con tono impregnado de reproche fingido. Jugó con un mechón de su cabello castaño, envolviéndolo alrededor de su dedo, un gesto que solía usar para parecer más inocente de lo que era.Maxwell soltó un suspiro cansado.Aurora, sin embargo, arrugó la nariz y acercó la cara a la chaqueta de Maxwell, inhalando profundame
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Capítulo 99. ¡Hombre enfermo!
Mientras tanto, Aurora llegó a su hogar, y se dirigió directamente a la habitación donde su amiga estaba sentada en la cama, absorta en un programa de televisión.—Volviste, pensé que dormirías con Max… —sus palabras murieron en la cachetada que Aurora le dio. El golpe resonó en la habitación y Bella se quedó paralizada, con los ojos llenos de lágrimas de sorpresa y dolor.—¿Por qué me has pegado? —inquirió Bella, escandalizada y con los ojos aguados, mientras se llevaba una mano a la mejilla enrojecida.—Te dije que no hicieras nada, ¿por qué lo hiciste? —Aurora le reprochó, furiosa.—Fue por ti. Creí que si Maxwell se sentía presionado por la sociedad y por el rey, se vería obligado a casarse contigo.—¡Qué tontería! Ahora Maxwell cree que fui yo. Deberías haber visto cómo me señalaban todos —Aurora se dejó caer en el borde de la cama, lanzó su cartera al suelo y se aferró al colchón, clavando sus dedos en la tela, intentando contener su frustración.—No lo consideré, lo lamento...
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