Extrañamente, el primero en sentir el peso de la culpa, fue Daniel. A lo mejor porque su ilusión era enorme y lo estaba ansiando desde que la había conocido. Se sintió viejo, inútil, incapaz. Pero Deanna lo buscaba de la misma manera, con la piel cargada de fuego, con la boca mojada y los ojos brillantes. Y él seguía perdiendo la cabeza. No le sacaba las manos de encima y ella se entregaba con ganas. Habrá sido después del 5° o 6° resultado negativo, cuando Deanna sintió la decepción completa llenarle el corazón. Ese día ya tenía dos semanas de atraso y se sintió más confiada y segura. Pero el primer test dio un NO y el segundo, también. Y lloró sola, encerrada en el baño, sabiendo que cuando Daniel llegase por la tarde debería decirle lo mismo que llevaba tiempo diciéndole: “Lo siento”. - Quizá si dejamos de buscar llegue solo - Daniel le dijo un poco ausente. Estaban en la cocina, preparando la cena juntos, solían hacerlo. Compartían un rato de intimidad, solos, en pareja y charl
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