Alexei continuaba tratando de hilar lo que pasaba, tomó su teléfono y marcó un número.—¿Sí? —respondió una voz ronca al otro lado de la línea.—Soy yo, Petrov —dijo Alexei sin preámbulos— necesito que investigues a alguien, una mujer llamada Katrina, guardaespaldas de Viktor Sokolov.Hubo un breve silencio, seguido de un suspiro resignado.—Sabes que ya no me dedico a eso, Alexei, lo dejé hace años.—Lo sé, pero esto es importante —insistió, con su voz teñida de desesperación— Anya podría estar en peligro. Necesito encontrar algo, cualquier cosa, que me permita alejarla de ese monstruo, y si alguien puede investigar a esa mujer, eres tú.—Está bien, veré qué puedo hacer —accedió finalmente el hombre al otro lado de la línea— pero no te garantizo nada, ese tipo de gente suele ser muy cuidadosa, no dejan cabos sueltos.—Lo entiendo. Solo... haz lo que puedas, ¿Sí? Y mantenme informado.Tras colgar, Alexei se dejó caer en su silla, frotándose las sienes con cansancio, sabía que estaba j
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