Cuando al fin Viktor rompió el beso, ella se las arregló para aparentar una mirada vidriosa de pasión, su esposo dejó escapar un profundo gruñido, que delataba la pasión que sentía.Viktor tuvo que hacer un gran esfuerzos para no arrancarle el vestido y hacerla suya ahí mismo, sin decir una palabra la tomó de la mano y la llevó hacía la salida de la mansión para abordar el elegante vehículo que los esperaba.Viktor y Anya abordaron la limusina en la entrada principal de la mansión, durante el trayecto hacia el lujoso salón donde se llevaría a cabo el evento, reinó un tenso silencio entre los dos.Anya se mantenía rígida en su asiento, rehuyendo la mirada escrutadora de su esposo. Por su parte, Viktor parecía ajeno a la incomodidad de su mujer, enfocado únicamente en el importante acontecimiento que los aguardaba.Al arribar al lugar, las puertas de la limusina se abrieron y Viktor descendió primero con su arrogante porte, luego, extendió una mano hacia Anya para ayudarla a bajar, ante
Anya se sorprendió al ver al ver que no era Viktor el que había entrado.—¡Anya! —la llamó en voz baja y apremiante— por fin logramos encontrarte.La joven los miró con ojos desorbitados, incapaz de procesar por completo lo que aquella inesperada visita implicaba, buscó desesperadamente las palabras, pero solo logró balbucear confusa:—¿Q-Qué...? ¿Cómo...?—No hay tiempo para explicaciones —la cortó Anatoly con firmeza— escúchame con atención, muchacha. Todo está listo para sacarte de aquí esta misma noche.Anya contuvo el aliento, sintiendo que el corazón le daba un vuelco, ¿Acaso era posible que su suplicio bajo el poder de Viktor estuviera por terminar finalmente?—¿Q-Qué quieres decir? —logró articular con voz ahogada— ¿Es que han encontrado la forma de... deshacerse de Viktor?Alexei adelantó un paso con expresión sombría pero decidida, sus ojos se clavaron en los de Anya con una intensidad arrebatadora.—Tenemos pruebas, Anya —declaró con voz tensa— pruebas de las atrocidades qu
Con una expresión de rabia que rayaba en la demencial, Viktor salió disparado por el pasillo en dirección al salón principal del evento. Sus ojos se movían frenéticos, buscando en cada rincón, en busca de la menor señal que le indicara el paradero de su fugitiva esposa.Al entrar al amplio recinto, todas las miradas se volvieron hacia él, desconcertadas por su repentina llegada tan agitada y su aspecto descompuesto. Viktor no les prestó la más mínima atención, pasando entre los presentes a empellones con tal de avanzar más rápido.—¿Dónde estás, maldita ramera? —gruñó entre dientes al tiempo que su mirada se paseaba por cada rincón y mesa— ¡No puedes ocultarte de mí para siempre!Un hombre regordete que tenía la mala fortuna de encontrarse en su camino, recibió un violento empujón que lo arrojó contra el piso sin miramientos. Viktor pasó por encima de él como si nada, ajeno a los murmullos y exclamaciones de indignación a su alrededor.—¡Oiga, amigo, con calma! —le increpó alguien, to
Alexei se acercó inseguro de las palabras adecuadas para reconfortarla en ese tenso momento. Finalmente, se aclaró la garganta con suavidad.—Anya... Sé que nada de lo que diga podrá aliviar realmente todo esto que debes estar sintiendo, me avergüenzo de mi pasado comportamiento, de lo ciego que estuve ante la terrible verdad que ocultaba ese... monstruo. Ojalá hubiera abierto los ojos antes y así...—No sigas, por favor —lo interrumpió Anya— no es el momento para discutir sobre eso, Alexei. Por ahora, solo deseo estar con mi hijo y abrazarlo después de tanto tiempo separados.El apuesto hombre asintió en silencio, comprendiendo la necesidad de la joven madre, se dirigió hacia la puerta y llamó al ama de llaves.—Por favor, lleve a la señora Ivanov a la habitación de invitados, y pida a Sonya que lleve ahí a mi hijo —le indicó con delicadeza— ella necesita estar con él.La mujer asintió y le dedicó una mirada compasiva a Anya antes de hacerle una seña para que la siguiera. La afligida
Alexei Petrov se plantó desafiante frente a Viktor Sokolov, los dos hombres se miraban fijamente, sus semblantes reflejaban una mezcla de ira y determinación.—¡Anya! —vociferó Viktor— ¡Sal de una m*****a vez de ahí, mujer! ¿Acaso crees que podrás esconderte de mí por mucho tiempo?—Anya no saldrá de aquí, Viktor —declaró con firmeza—. Ni ella ni su hijo Yuri volverán a estar bajo tu control nunca más.El mafioso dejó escapar una risa desdeñosa y negó con la cabeza en un gesto burlón.—¿Y quién lo dice? ¿Tú? —Se mofó con crueldad— no eres más que un mequetrefe, Alexei. Un gusano que ni siquiera ha sido capaz de probar que es hombre de verdad.Alexei apretó los puños, conteniéndose para no caer en las provocaciones de aquel ser despreciable, respiró hondo antes de replicar.—Lo dice la ley, Viktor —afirmó con tono acerado— tus días de crimen y corrupción han terminado, Anya y mi hijo están bajo mi protección ahora.Las palabras de Alexei parecieron tensar aún más los nervios ya crispado
Anya recordaba lo mucho que Alexei la había lastimado en el pasado, pero no podía negar que tampoco había olvidado la manera intensa en la que lo había amado alguna vez. Ese amor había sido tan arrebatador que aún dolía recordarlo.Sus sentimientos encontrados eran un torbellino que la atormentaba sin tregua, el dolor por las heridas abiertas, pero también el anhelo por revivir aquella pasión que una vez los había consumido a ambos. Su mente era un tumulto de recuerdos contradictorios que amenazaban con desgarrarla. Revivía una y otra vez los momentos más intensos de su relación con Alexei, las discusiones interminables, las acusaciones de infidelidad, que la condujeron a alejarse del hombre que una vez amara con tanta devoción. —Anya yo... —La voz cansina de Alexei se escuchó, sacándola de sus pensamientos.—Lo siento tanto, Alexei... —Musitó con voz entrecortada —esto te sucedió por defenderme de Viktor.—No, ya es hora de que alguien lo enfrente, por ti, por mi hijo, y por tod
Anya temía por la seguridad de su hijo Yuri, pues sabía que Viktor, ese monstruo, era capaz de causarle daño solo para hacerla sufrir a ella. No podía creer lo ciega que había estado respecto a la verdadera naturaleza de Viktor, llegando a creer que él era el mejor de los hombres mientras pensaba que Alexei era el verdadero monstruo, ahora se daba cuenta de lo equivocada que había estado.Anya se quedó sentada en la cama de su habitación, con la mirada perdida y lágrimas silenciosas rodando por sus mejillas, mientras observaba a Yuri aún dormido.—Oh, Yuri... mi pequeño ángel. ¿Cómo pude ponerte en riesgo al lado de ese demonio? Fui una ingenua, una tonta que se dejó cegar por las mentiras de Viktor, haré lo que sea necesario para protegerte, hijito, lo juro.En ese momento, la puerta se abrió lentamente y Sonya entró con gesto apenado.—¿Anya? Niña mía, ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras así?¡Oh, Sonya! Viktor... él... Todo este tiempo me engañó, me hizo creer que era un buen hombre cuan
Por la tarde, Alexei aguardaba impaciente en su despacho la llegada de la doctora, había limpiado cuidadosamente su rostro para no dejar rastro alguno de las lágrimas que había derramado anteriormente. Siempre se esforzaba por aparentar ser un hombre fuerte, sin importar la tempestad que lo atormentara por dentro. Su teléfono móvil vibró dentro del bolsillo de su chaqueta. Lo extrajo rápidamente y frunció el ceño al ver que se trataba de un número desconocido.—¿Diga? —respondió.—Cuidado, Petrov, hay un topo entre tus filas, alguien está filtrando información a Sokolov —dijo una voz distorsionada al otro lado de la línea.—¿Quién diablos es usted? ¿Cómo consiguió este número? —preguntó Alexei apretando los dientes.—Eso no importa, si de verdad quieres hundir a ese maldito, más te vale investigar a fondo a quienes tienes cerca. No se puede confiar en nadie.La llamada se cortó abruptamente, dejando a Alexei con una desagradable sensación en la boca del estómago. Sacudió la cabeza y