Con una expresión de rabia que rayaba en la demencial, Viktor salió disparado por el pasillo en dirección al salón principal del evento. Sus ojos se movían frenéticos, buscando en cada rincón, en busca de la menor señal que le indicara el paradero de su fugitiva esposa.Al entrar al amplio recinto, todas las miradas se volvieron hacia él, desconcertadas por su repentina llegada tan agitada y su aspecto descompuesto. Viktor no les prestó la más mínima atención, pasando entre los presentes a empellones con tal de avanzar más rápido.—¿Dónde estás, maldita ramera? —gruñó entre dientes al tiempo que su mirada se paseaba por cada rincón y mesa— ¡No puedes ocultarte de mí para siempre!Un hombre regordete que tenía la mala fortuna de encontrarse en su camino, recibió un violento empujón que lo arrojó contra el piso sin miramientos. Viktor pasó por encima de él como si nada, ajeno a los murmullos y exclamaciones de indignación a su alrededor.—¡Oiga, amigo, con calma! —le increpó alguien, to
Alexei se acercó inseguro de las palabras adecuadas para reconfortarla en ese tenso momento. Finalmente, se aclaró la garganta con suavidad.—Anya... Sé que nada de lo que diga podrá aliviar realmente todo esto que debes estar sintiendo, me avergüenzo de mi pasado comportamiento, de lo ciego que estuve ante la terrible verdad que ocultaba ese... monstruo. Ojalá hubiera abierto los ojos antes y así...—No sigas, por favor —lo interrumpió Anya— no es el momento para discutir sobre eso, Alexei. Por ahora, solo deseo estar con mi hijo y abrazarlo después de tanto tiempo separados.El apuesto hombre asintió en silencio, comprendiendo la necesidad de la joven madre, se dirigió hacia la puerta y llamó al ama de llaves.—Por favor, lleve a la señora Ivanov a la habitación de invitados, y pida a Sonya que lleve ahí a mi hijo —le indicó con delicadeza— ella necesita estar con él.La mujer asintió y le dedicó una mirada compasiva a Anya antes de hacerle una seña para que la siguiera. La afligida
Alexei Petrov se plantó desafiante frente a Viktor Sokolov, los dos hombres se miraban fijamente, sus semblantes reflejaban una mezcla de ira y determinación.—¡Anya! —vociferó Viktor— ¡Sal de una m*****a vez de ahí, mujer! ¿Acaso crees que podrás esconderte de mí por mucho tiempo?—Anya no saldrá de aquí, Viktor —declaró con firmeza—. Ni ella ni su hijo Yuri volverán a estar bajo tu control nunca más.El mafioso dejó escapar una risa desdeñosa y negó con la cabeza en un gesto burlón.—¿Y quién lo dice? ¿Tú? —Se mofó con crueldad— no eres más que un mequetrefe, Alexei. Un gusano que ni siquiera ha sido capaz de probar que es hombre de verdad.Alexei apretó los puños, conteniéndose para no caer en las provocaciones de aquel ser despreciable, respiró hondo antes de replicar.—Lo dice la ley, Viktor —afirmó con tono acerado— tus días de crimen y corrupción han terminado, Anya y mi hijo están bajo mi protección ahora.Las palabras de Alexei parecieron tensar aún más los nervios ya crispado
Anya recordaba lo mucho que Alexei la había lastimado en el pasado, pero no podía negar que tampoco había olvidado la manera intensa en la que lo había amado alguna vez. Ese amor había sido tan arrebatador que aún dolía recordarlo.Sus sentimientos encontrados eran un torbellino que la atormentaba sin tregua, el dolor por las heridas abiertas, pero también el anhelo por revivir aquella pasión que una vez los había consumido a ambos. Su mente era un tumulto de recuerdos contradictorios que amenazaban con desgarrarla. Revivía una y otra vez los momentos más intensos de su relación con Alexei, las discusiones interminables, las acusaciones de infidelidad, que la condujeron a alejarse del hombre que una vez amara con tanta devoción. —Anya yo... —La voz cansina de Alexei se escuchó, sacándola de sus pensamientos.—Lo siento tanto, Alexei... —Musitó con voz entrecortada —esto te sucedió por defenderme de Viktor.—No, ya es hora de que alguien lo enfrente, por ti, por mi hijo, y por tod
Anya temía por la seguridad de su hijo Yuri, pues sabía que Viktor, ese monstruo, era capaz de causarle daño solo para hacerla sufrir a ella. No podía creer lo ciega que había estado respecto a la verdadera naturaleza de Viktor, llegando a creer que él era el mejor de los hombres mientras pensaba que Alexei era el verdadero monstruo, ahora se daba cuenta de lo equivocada que había estado.Anya se quedó sentada en la cama de su habitación, con la mirada perdida y lágrimas silenciosas rodando por sus mejillas, mientras observaba a Yuri aún dormido.—Oh, Yuri... mi pequeño ángel. ¿Cómo pude ponerte en riesgo al lado de ese demonio? Fui una ingenua, una tonta que se dejó cegar por las mentiras de Viktor, haré lo que sea necesario para protegerte, hijito, lo juro.En ese momento, la puerta se abrió lentamente y Sonya entró con gesto apenado.—¿Anya? Niña mía, ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras así?¡Oh, Sonya! Viktor... él... Todo este tiempo me engañó, me hizo creer que era un buen hombre cuan
Por la tarde, Alexei aguardaba impaciente en su despacho la llegada de la doctora, había limpiado cuidadosamente su rostro para no dejar rastro alguno de las lágrimas que había derramado anteriormente. Siempre se esforzaba por aparentar ser un hombre fuerte, sin importar la tempestad que lo atormentara por dentro. Su teléfono móvil vibró dentro del bolsillo de su chaqueta. Lo extrajo rápidamente y frunció el ceño al ver que se trataba de un número desconocido.—¿Diga? —respondió.—Cuidado, Petrov, hay un topo entre tus filas, alguien está filtrando información a Sokolov —dijo una voz distorsionada al otro lado de la línea.—¿Quién diablos es usted? ¿Cómo consiguió este número? —preguntó Alexei apretando los dientes.—Eso no importa, si de verdad quieres hundir a ese maldito, más te vale investigar a fondo a quienes tienes cerca. No se puede confiar en nadie.La llamada se cortó abruptamente, dejando a Alexei con una desagradable sensación en la boca del estómago. Sacudió la cabeza y
Durante el desayuno, Anatoly expresó con voz solemne, dirigiéndose a Anya.—Quiero que se sientan como en su hogar aquí, en la mansión Petrov, después de todo, algún día todo esto —hizo un amplio gesto abarcando el enorme comedor— le pertenecerá a mi bisnieto Yuri. Anya lo observó sorprendida, atónita ante semejante declaración, Alexei sonrió y posó una mano sobre la de ella con delicadeza.—El abuelo tiene razón —declaró con firmeza— esta también es tu casa ahora, Anya, y Yuri también será mi heredero, ustedes son mi familia.Ella contuvo un leve estremecimiento ante su toque y el significado implícito de sus palabras, carraspeó levemente antes de responder.—Gracias a ambos, de verdad, pero no es necesario que...—Tonterías —la interrumpió Anatoly con un ademán despectivo— por supuesto que es necesario, muchacha, aquí estarán seguros y protegidos de ese... malnacido. Anya asintió lentamente, conmovida por el gesto, Alexei se removió en su asiento antes de agregar.—Por cierto, Any
A la mañana siguiente, Alexei había llamado a Anya para hablar con ella. Él la miraba fijamente.—Anya —comenzó con voz grave— tenemos que presionar para que las autoridades actúen pronto en contra de Viktor, aunque la cárcel se me hace un castigo insuficiente para él.Anya lo observó con tristeza reflejada en sus hermosos ojos almendrados. Una solitaria lágrima rodó por su mejilla mientras asentía lentamente.—No me canso de reprocharme lo ilusa que fuí al pensar que Viktor era un buen hombre —musitó con voz entrecortada por la emoción— debí haberme dado cuenta antes de la clase de monstruo que era en realidad.Alexei se puso de pie y rodeó el escritorio hasta situarse frente a ella. Con delicadeza, tomó su mano entre las suyas y le dedicó una mirada cargada de comprensión.—No debes culparte, Anya, permíteme explicarte toda la verdad, Anya, así comprenderás que tú no tuviste la culpa de caer en sus redes...—Adelante —musitó ella, ansiosa por conocer los detalles.Alexei tomó aire y