A la mañana siguiente, Alexei había llamado a Anya para hablar con ella. Él la miraba fijamente.—Anya —comenzó con voz grave— tenemos que presionar para que las autoridades actúen pronto en contra de Viktor, aunque la cárcel se me hace un castigo insuficiente para él.Anya lo observó con tristeza reflejada en sus hermosos ojos almendrados. Una solitaria lágrima rodó por su mejilla mientras asentía lentamente.—No me canso de reprocharme lo ilusa que fuí al pensar que Viktor era un buen hombre —musitó con voz entrecortada por la emoción— debí haberme dado cuenta antes de la clase de monstruo que era en realidad.Alexei se puso de pie y rodeó el escritorio hasta situarse frente a ella. Con delicadeza, tomó su mano entre las suyas y le dedicó una mirada cargada de comprensión.—No debes culparte, Anya, permíteme explicarte toda la verdad, Anya, así comprenderás que tú no tuviste la culpa de caer en sus redes...—Adelante —musitó ella, ansiosa por conocer los detalles.Alexei tomó aire y
Conforme avanzaban, algunas miradas curiosas se volvían hacia ellos cuchicheando entre dientes, eran el centro de atención, pues ambos eran muy apuestos.Algunos socios comerciales rondaron a su alrededor, apartando por un momento a Alexei de Anya mientras ella era abordada por un grupo de mujeres ataviadas con sus mejores galas.Un par de horas transcurrieron mientras la celebración del aniversario continuaba su curso. Anya apenas tuvo tiempo de reunirse con Alexei, pues constantemente eran requeridos para atender a los socios e invitados distinguidos que deseaban saludarlos.En un momento dado, Alexei subió al estrado principal para dirigir un breve discurso conmemorativo. Su figura, engalanada con ese impecable esmoquin, se veía imponente bajo los reflectores mientras su voz resonaba firme por los altavoces.—Sean todos bienvenidos a esta memorable velada en la que las Corporaciones Ivanov y Petrov celebran otro aniversario de éxitos ininterrumpidos. Los años han sido de arduo traba
La sala de espera del hospital St. Mary's se encontraba sumida en un tenso silencio. Alexei Petrov caminaba de un lado a otro como un león enjaulado, su semblante reflejaba una mezcla de angustia e impaciencia apenas contenidas.—Cálmate de una vez, muchacho —la voz serena de Anatoly Petrov lo llamó desde el sofá donde se encontraba sentado— actuar de forma desesperada no solucionará nada y solo terminarás por causarte un colapso.Alexei se volvió hacia su abuelo y dejó escapar un hondo suspiro antes de responder.—Lo sé, abuelo, lo sé... Es solo que esta espera me está matando, necesito saber cuanto antes cómo se encuentra Anya, si puedo verla o no.Se pasó una mano por el cabello despeinado en un gesto de frustración apenas contenida.—Si no obtengo respuestas pronto, me temo que tendré que entrar sin autorización —declaró con tono resuelto.—Tonterías, muchacho —dijo Anatoly con severidad— no cometerás semejante locura que solo logrará que te arresten o expulsen, tendrás paciencia,
El auto que transportaba a Alexei y Anya se detuvo suavemente en la imponente entrada de la mansión Petrov, el lugar lucía bellamente decorado con globos de colores y arreglos de rosas blancas y rojas dispuestos por doquier. —¿Pero qué...? —Anya contempló la escena con los ojos muy abiertos mientras Alexei le abría la puerta galantemente. —Es tu bienvenida a tu nuevo hogar, mi amada —le explicó él con una sonrisa radiante— tuve ayuda de alguien muy especial para los preparativos.En ese momento, la puerta principal de la mansión se abrió de par en par, y por ella salió corriendo una pequeña figura que se abalanzó a abrazar a Anya con infinito regocijo.—¡Mami, mami! —La vocecita aguda de Yuri resonó colmada de alegría— ¡Al fin has vuelto a casa con nosotros!—¡Yuri, mi pequeño! —Anya estrechó al niño contra su pecho con lágrimas de felicidad brillando en sus ojos— ¡Oh, cuánto te he extrañado, hijito! Pero ya estoy aquí, y no pienso irme nunca más.El pequeño se apartó apenas lo sufi
Stephanie elevó la mirada, dubitativa e indecisa. Sabía que su madre tenía razón, y que permanecer cerca de Viktor podría significar su muerte. Pero por otro lado, aún no estaba del todo segura...Ya entrada la noche, Stephanie yacía acurrucada sobre la cama de su habitación.Vestía únicamente con una ligera bata de seda que apenas si cubría sus curvas, sus pensamientos seguían agitados.En ese momento, el sonido de la puerta a sus espaldas la asustó, al voltear, Viktor se encontraba de pie junto a la puerta de la habitación, envuelto en una bata similar pero de un rojo granate intenso. Lo observó acercarse a paso tranquilo, casi felino, y su corazón se aceleró dentro del pecho. Él solía tener esos arrebatos de lujuria incontrolable que rayaban en lo violento cuando estaba en un estado alterado.—¿No puedes dormir? —Le preguntó con voz suave y aterciopelada— permíteme ayudarte a despejar tu atormentada mente, entonces...Se abrió la bata lentamente, dejándola resbalar por sus hombro
Las mujeres se miraron perplejas entre sí, sin comprender lo que estaba sucediendo ni de dónde provenía aquella extraña voz distorsionada.Se abrieron numerosas compuertas más alrededor del perímetro, y por ellas comenzaron a emerger hombres fuertemente armados con rifles de aspecto robusto pero no letales. Viktor rió al verlas estremecerse de pánico.—Eso es, damas, empiecen a correr si no quieren descubrir lo que mis 'motivadores' pueden hacerles, la pista las espera...En el interior de la sala de observación, Stephanie, que acaba de llegar, contemplaba la escena con los ojos desorbitados por el horror. Viktor la notó y se volvió hacia ella esbozando una sonrisa cruel.—Sorprendida, ¿Eh? Esto es a lo que me dedico en mis ratos libres, guapa. Una pequeña empresa de entrenamiento... muy motivacional.—¡Estás loco! —Stephanie negó con la cabeza, incrédula —¡No puedes simplemente amenazar a esas mujeres y obligarlas a...!—¿Y quién dice que las estoy obligando? —La interrumpió Viktor c
Lo que ninguno sospechaba, era que el tiroteo en el exterior de la mansión era tan solo el inicio de una pesadilla mucho mayor que se cernía sobre ellos. Una tormenta de violencia que haría palidecer a sus peores temores...En la cabaña de las afueras, Stephanie yacía sobre la cama aún desnuda y cubierta de sudor tras la cruel "sesión privada" que Viktor le había proporcionado. Él también se encontraba exhausto, tendido boca arriba junto a ella mientras su pecho subía y bajaba agitado.La joven hizo acopio de todas sus fuerzas para incorporarse trabajosamente, el dolor lacerante entre sus muslos era casi insoportable. Viktor la observó disfrutando del dolor que podía notar en ella.—¿Eso fue suficientemente intenso para ti, nena? —se burló —o tal vez necesites otra lección de obediencia más... directa. Sin previo aviso, la sujetó por la garganta y la arrojó contra la pared más cercana, haciéndola gritar de dolor. Se levantó de la cama y se abalanzó sobre ella, sujetándola con viole
Viktor Sokolov avanzaba entre los escombros y el humo de la explosión que había hecho detonar en el ala este de la mansión Petrov. Su rostro reflejaba una expresión de furia asesina.—¿Dónde estás escondido, Alexei? —vociferó con voz grave cargada de crueldad—. ¡Sal de una maldita vez y enfréntame como un hombre, si es que tienes las agallas para ello!Como única respuesta, una ráfaga de disparos proveniente del ala oeste norte perforó la pared detrás de la cual Viktor se cubría. Varias balas rozaron su cuerpo a punto de impactarlo.—¡Maldito seas, Petrov! —aulló desquiciado— ¡Disfrutaré cada momento mientras me abro paso hasta ti y te arranco la piel a tiras!Pateó una puerta contigua y se apresuró a atravesar un corredor con los ojos desorbitados. Varias figuras de su propio equipo de matones le salieron al paso provenientes de las alas incendiadas.—¡Jefe, por aquí! —Le indicó uno de ellos haciendo señas— ¡Petrov y sus hombres están atrincherados en el salón principal! ¡Lo tenemos