Ahora sí recordaba a Catalina, claro. La conocí el día de nuestra boda, en la recepción, sí, ya me acordaba, pero no me dijo que era Catalina. -Ella es Cata, mi mejor amiga-, me la presentó Rudolph. Ella era espléndida, rubia, hermosa y con una figura de sirena que me daba envidia. -¿Has venido sola?-, le pregunté ya bastante ebria de tanto brindis con champán. -Ay, mi marido está de viaje en Singapur con mi hija, por unos areneros que ha fabricado su empresa-, me contó divertida, haciendo brillar sus ojos de picardía. ¡¡¡Qué tonta!!! Catalina, Cata, claro. Quedé boquiabierta. -¿Qué quiere Darrow?-, jalé mi silla y mi semblante cambió, incluso le tomé el brazo a Rudolph. -Él siempre ha pensado que yo afanaba a Catalina, ahora que está muerto, seguro quiere hacerme la vida imposible, vengarse de mí, haciéndote sufrir-, a él parecía que no le importaba nada. -¿ Darrow te mató?-, desorbité mis ojos. -No, no, no, no, él no fue. Tenía razones para hacerlo, era celoso, explo
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