La tensión en la habitación era tan densa que podría cortarse con un cuchillo. Dante, con los ojos ardiendo de furia, miró fijamente a su hermana.— Dina —gruñó, su voz temblando de rabia — ¿Aun así te casarás con ella? ¡Por Dios, es una Coldwell! ¡Son nuestros enemigos!Dina, con el corazón latiendo furiosamente, miró de Tanya a sus hermanos. El amor y el deber familiar libraban una batalla feroz en su interior.— Yo... —dijo, con su voz quebrándose.Tanya, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de Dina.— Por favor, amor —suplicó— No dejes que esto nos separe, te amo más que a nada en este mundo.Dina cerró los ojos, tomando una respiración profunda. Cuando los abrió de nuevo, había una determinación férrea en su mirada.— Lo siento, Dante —dijo con firmeza— pero amo a Tanya, hemos pasado por demasiado para dejar que los problemas familiares nos separen ahora.Dante abrió la boca para protestar, pero Dina lo interrumpió.— Por favor, necesito que salgan, quiero hablar con Tanya a so
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